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Fede de los Ríos

Tanto monta Marisa como Fernando

No soy verdaderamente libre más que cuando todos los seres humanos que me rodean, hombres y mujeres, son igualmente libres. La libertad de otro, lejos de ser un límite o la negación de mi libertad, es al contrario su condición necesaria y su confirmación». Así concebía Mijail Bakunin la libertad.

Marisa, por el contrario, se siente «más libre y feliz» porque su conciudadano Zigor está en la cárcel. Triste felicidad y opresiva libertad. Pobre mujer, tan lejos de las ideas libertarias.

Fernando Andreu, el juez que ha encarcelado a Zigor sin otra prueba de cargo que el testimonio de Marisa, es un juez demócrata y progresista. Tanto que pertenece a Jueces por la Democracia y forma parte de la Audiencia Nacional, tribunal especialmente garantista de los derechos individuales, heredero de aquel TOP asimismo garante de la democracia orgánica pasada. La historia de España es, como veis, la historia de la Democracia en sus diferentes variantes. Fernando es un demócrata convencido y en su calidad de juez aplica las penas, a ciudadanos no vascos, de manera ecuánime y sin rigor innecesario. Así lo demostró el verano pasado al decretar libertad sin fianza del otrora subdelegado de Gobierno en Barcelona, Eduard Planells, y de los otros tres acusados por los delitos de cohecho, prevaricación y falsificación documental debido a su supuesta implicación en la concesión de permisos de trabajo y de residencia a miembros de la Mafia rusa.

Porque al fin y al cabo la existencia de la mafia rusa es un síntoma de la existencia de democracia en Rusia, libre ya del totalitarismo comunista. De la misma manera que el encarcelamiento de los vascos disidentes, -o parientes de los mismos- es síntoma de que en España vuelve a amanecer y a reir la primavera.

Las Marisas y los Fernandos son felices encarcelando a quienes se empeñan en afear sus conductas políticas o judiciales, que no son otras que las de defender una sociedad injusta. No conciben, los infelices, cosa diferente. El derecho es la cristalización del hecho, y si lo que existe es injusto, la defensa de lo que existe es injusticia.

¿Quién nos defenderá de los indefensos con guardaespaldas, policías, periodistas y leyes? ¿Quién de la arbitrariedad de sus jueces y tribunales?

Bakunin y otros abogaban por la rebelión. Así que manos a la obra.

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