«Un giorno perfetto», dirigida por el italiano de origen turco Ferzan Özpetek, muestra a Emma (Isabella Ferrari), que quiere separarse de Antonio (Valerio Mastandrea). Éste intenta evitarlo por todos los medios, incluida la violencia física.

Sorprendentemente, el filme no aborda la cuestión como un problema social, el de la violencia de género, sino como un mero suceso. Incluso, el director se despega del problema al plantear la trama en el ámbito del asesino psicópata. «Desear a una persona de la forma en que lo hace Antonio me fascina. No se comprende quién es la víctima y quién el verdugo», dice.

Durante la película, ese «deseo» le lleva a golpear a su mujer, a intentar violarla y a matar a los dos hijos del matrimonio. Özpetek asegura que, al final, «el único verdugo es la vida», y que su pretensión ha sido que el espectador «intente comprender» las acciones de los personajes. «En los periódicos se puede leer acerca de `monstruos'; la película muestra el espíritu de estos `monstruos', que son personas como nosotros», añade.

La película se basa en la novela homónima de Sandro Petraglia, si bien el director reconoció que ha cambiado bastantes cosas. A fuerza de cambiar, algunos espectadores han salido con la impresión de que Özpetek ha hecho «una película muy mala sobre un libro muy bueno».

Las malas críticas del filme han reforzado la posición de quienes consideran que la Mostra peca de chauvinismo, porque ha seleccionado cuatro películas a competición sin que la calidad del cine transalpino actual parezca justificarlo.

Duras acusaciones

Las acusaciones han obligado a intervenir al ministro de Cultura, Sandro Bondi, quien justificó la presencia de filmes propios, porque durante años «se ha criticado» su ausencia.

La acusación de un «excesivo patriotismo» coincide con un momento en el que, con Berlusconi en el poder, se alimentan actitudes xenófobas.

También ayer se presentó a competición «Dangkou» («Plastic City»), del chino You Lik-way, ambientada en un barrio de Sao Paulo con inmigración japonesa. La película debería mostrar el mundo de las falsificaciones piratas, controlado por las mafias en connivencia con los políticos. Sin embargo, esa trama es difícil de seguir en la película, que desde se muestra más como un trabajo de video-arte que como cine. Así lo reconoció implícitamente su director. La pregunta que queda siempre en el aire con este tipo de películas es si deben ser proyectadas en un festival o en un museo de arte.