La Real ganó de manera inmerecida ante un Las Palmas que vio cómo se cumplía con crudeza una de las máximas del fútbol: si perdonas, lo pagas. El cuadro canario fue muy superior en la primera media hora de juego, en la que tuvo tres opciones clarísimas de gol, y mejor hasta que en el minuto 78 llegó la primera jugada clara de peligro en un gran lanzamiento de falta de Sergio Rodríguez. Sólo a partir de ahí la Real fue superior y pudo aumentar su ventaja.

La barrera del antes y el después del partido estuvo en los cambios de sistema que realizaron los dos entrenadores, sobre todo el realista. Se puede decir que el canario le hizo un favor al darle pie con la entrada de Saúl como segunda punta para abandonar el desbarajuste que supuso para su equipo jugar con el 3-4-3 y recuperar la lógica y la seguridad de lo conocido con el 4-3-3 del final de la pasada Liga.

En el fútbol es importante aprender de las derrotas y mejor hacerlo de las victorias. Juanma Lillo apeló a la ansiedad y no al sistema para justificar la impotencia del primer tiempo, pero la primera hora debe ser una lección a asimilar. Suele comentar el técnico que después de visto se habla, pero lo cierto es que al medio minuto del partido el comentario unánime era que así no se podía jugar porque es muy complicado, más en casa con la presión y todo lo demás que rodea al equipo.

Al margen de que resulta muy complicado en el fútbol de hoy en día jugar con tres defensas -prácticamente nadie juega así y no todos los demás pueden estar equivocados-, a unos jugadores que tienen la ansiedad de los realistas hay que facilitarles la tarea y pedirles que hagan lo que saben y no que se adapten a una idea de fútbol muy complicada. La mayor virtud de Lillo es saber escuchar a sus jugadores y ayer hablaron con claridad.

Y no es un problema sólo de ansiedad, que también. Si tienes que sacar el balón con tres defensas, dos de ellos muy abiertos, con lo que no pueden salir con el balón jugado, y si no pueden jugar en largo porque tampoco hay un delantero que pueda proteger el balón, la salida más natural es hacia los jugadores del rombo, obligados a recibir el balón de espaldas en una zona de gran riesgo con Labaka solo ante el peligro. Resulta complicado jugar así.

Un rompecabezas sin resolver

El equipo no fue capaz de resolver el rompecabezas que le planteó su entrenador y ya al medio minuto el Las Palmas pudo marcar en un córner que remató Marcos Márquez al larguero. Más clara todavía fue la doble opción que tuvo el delantero canario en los últimos minutos del primer tiempo, con sendos remates que sacó Xabi Castillo de manera providencial bajo la portería de Bravo.

Entre esas dos jugadas en las que el Las Palmas pudo adelantarse en el marcador, el juego fue un ejercicio de impotencia de la Real, que no encontraba la forma de sacar el balón jugado. Si se buscan carencias, y más en un estadio en el que Xabi Alonso nos ha malacostumbrado, se echará de menos a un medio centro organizador, pero no lo tiene casi ningún equipo en Segunda y pocos en Primera.

La papeleta de Labaka y Mikel González era tan complicada como la de Elustondo, que era el único que podía dar una salida al balón, pero tenía que devolvérselo siempre porque recibía de espaldas. Con el arrasatearra y Castillo muy abiertos, era un suicidio que intentara controlar, darse la vuelta, buscar un compañero y pasar cuando ahí comenzaba la presión de los dos delanteros canarios que dejaban a los tres defensores realistas que tuvieran el balón la mayor parte del primer tiempo más cerca de su área que de la rival.

La única sensación de peligro llegaba cuando el balón llegaba a la banda derecha, donde Xabi Prieto demostraba que tiene un punto más de calidad de lo normal en la categoría, pero con eso y algún detalle de Sergio no bastó para hacer nada más que una buena combinación al final del primer tiempo que el riojano remató fuera con la izquierda.

No es que la Real no tuviera ocasiones, es que no llegaba a los últimos veinte metros. Fue todo el balance ofensivo realista de un primer tiempo en el que el Las Palmas fue mejor y llegó con más claridad al área. Al margen de las dos claras ocasiones, tuvo varias llegadas con peligro y cuatro corners, por uno solo de los realistas.

Un susto y los cambios

El partido tenía una pinta muy mala, malísima, y esa sensación se agrandó al minuto de juego de la segunda parte cuando Sergio Suárez se quedó solo ante Bravo y tras superar al portero chileno, que aguantó muy bien, remató el balón al poste.

La Real jugaba mal en buena parte porque su rival interpretó a la perfección el partido. Esperaba a los blanquiazules en su campo hasta que perdieran ellos solos el balón y cuando lo recuperaban salían como flechas los cuatro jugadores más adelantados que cogían a los realistas descolocados.

Algo que se vio con claridad en esa jugada clave que pudo tener una influencia negativa ante el Las Palmas al acusarlo en el plano psicológico. Después los canarios perdieron chispa y velocidad, aunque en eso influyeron los cambios de sistema que provocaron que los realistas cerraran los grandes espacios que concedían hasta entonces.

Porque parecía tan claro el partido para el Las Palmas que su entrenador quiso ir a por el triunfo al ordenar un cambio ofensivo y sacar un segundo punta, el joven Saúl, su goleador de la pretemporada. El cambio tuvo un efecto negativo para los canarios, porque el chaval se arrugó y se comprobó que le resulta fácil meter goles en pretemporada ante rivales de poca entidad, pero la presión de la Segunda es otra cosa.

Además Lillo encontró en el cambio una justificación para volver a la normalidad. A partir de ahí, la Real fue distinta y el partido se equilibró, que no era poco, hasta que Sergio lo desniveló con un gran gol de falta en una jugada que comenzó en una tonta pérdida visitante.

A partir de ahí la Real jugó con mucha más soltura y espacios porque el Las Palmas también tenía que asumir riesgos y ya no le valía con esperar. Los blanquiazules no supieron sentenciar el partido, pero consiguieron mantener un triunfo muy importante. Comenzar con buenos resultados es clave en el fútbol y además tienen mayor valor cuando no se merecen. Y Celta, Zaragoza y Murcia ya están a tres puntos... Buena señal.