La fiebre del petróleo pone en riesgo el frágil ecosistema del Ártico
La designación de Sarah Palin, la ultraconservadora gobernadora de Alaska, como candidata republicana a la Vicepresidencia de EEUU, puede suponer un espaldarazo a la carrera por explotar los recursos de petróleo y gas en el fondo del océano Ártico. Los expertos destacan que la explotación del Ártico puede ser nefasta para un ecosistema extremadamente frágil que ya padece los efectos del calentamientos climático.
Guillaume LAVALLÉE |
La explotación de las enormes reservas de petróleo y gas del océano Ártico presenta un importante riesgo para este frágil ecosistema, que ya está padeciendo los efectos del calentamiento climático.
La elección por parte del candidato republicano a la Presidencia de EEUU, John McCain, de la gobernadora de Alaska, Sarah Palin, como aspirante a vicepresidenta, puede suponer un impulso a los planes de George Bush de explotar el Ártico como alternativa a la subida del precio del petróleo en los mercados internacionales. Palin es una firme defensora de dejar de respetar la reserva ártica y su llegada a la Casa Blanca podría dar el impulso definitivo a este proyecto en la próxima legislatura.
Los cinco estados ribereños del Ártico -Rusia, EEUU, Canadá, Dinamarca y Noruega- han comenzado, en mayor o menor medida, una carrera para ejercer y extender su soberanía sobre este océano por razones estratégicas, políticas y energéticas.
La Agencia Gubernamental de Investigaciones Geológicas de EEUU (USGS) estima que en el Círculo Polar Ártico hay el equivalente a 412.000 millones de barriles de petróleo y de gas. El 84% de estos recursos se encuentran en el fondo del océano.
En el norte de Alaska se extrae petróleo y gas utilizando plataformas en alta mar desde hace años, pero la explotación al norte del Ártico plantea dificultades técnicas.
El deshielo sin precedentes que padece el Ártico durante el verano en los últimos años podría, en teoría, facilitar el acceso y la explotación de estos recursos en las zonas polares del océano, donde ningún estado tiene, por el momento, jurisdicción.
«En algunas regiones, como en el Ártico canadiense o Alaska, el hielo todavía es un problema para la explotación del petróleo y del gas. Sin embargo, en el nordeste de Groenlandia, el deshielo facilitará el acceso». Según las estimaciones de los expertos, el océano Ártico se verá libre de hielos en verano antes de 2030 debido al calentamiento climático, cuyo efecto es más intenso en los polos.
«Pero si hablamos de la instalación permanente de plataformas o de poner en marcha un transporte marítimo durante todo el año, todavía habrá que enfrentarse a un ambiente hostil», destaca Hajo Eicken, profesor de la Universidad de Alaska.
El Fondo Mundial de la Naturaleza (WWF) considera «peligrosa» la explotación de hidrocarburos en el Ártico, ya que acelerará los efectos del calentamiento climático.
«Los daños en esta región podrían ser importantes, ya que el ecosistema es muy vulnerable», dijo Christian Haas, profesor de la Universidad de Alberta, que citó el caso de una eventual marea negra o la modificación del trayecto migratorio de caribús y ballenas.
En el Ártico, la capa de hielo sobre el océano y la nieve reflejan los rayos del sol. Debido al deshielo, este calor es absorbido por el océano, por lo que se multiplica el calentamiento.
Los expertos no descartan la perspectiva de un rápido deshielo en Groenlandia, lo que supondría una subida del nivel de las aguas que inundaría una gran parte de las regiones litorales del planeta.
En un estudio publicado ayer en la web de la revista «Nature Geoscience», un equipo estadounidense informa de que en la era glaciar, el gran banco de Laurentides, que cubría la mayor parte del continente norteamericano se fundió mucho más rápido que lo que se pensaba, arrojando miles de millones de toneladas de agua a los océanos. Este descubrimiento ha provocado la duda sobre el mantenimiento de la capa de hielo de Groenlandia, puesto que el deshielo del bloque de Laurentides fue provocado por un alza de las temperaturas que podría repetirse antes del fin de este siglo, explican estos investigadores.
«El deshielo de los glaciares aparece siempre como un proceso extremadamente lento. Pero estas nuevas pruebas surgidas del pasado nos muestran que es cualquier cosa menos lento», informó la climatóloga Allegra LeGrande, de la New York Columbia University.
En su cuarto informe, publicado en 2007, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre la Evolución del Clima (GIEC) estimó que si se derriten completamente los hielos en Groenlandia se produciría una elevación del nivel del mar de siete metros.
Hace 20.000 años, el bloque de Laurentides tenía tres kilómetros de espesor y se extendía desde el sur de Nueva York hasta el actual estado de Ohio.