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Lo difícil que resulta canalizar el desencanto y la ansiedad

Beñat ZARRABEITIA

San Mamés no vivió una tarde normal. La tensión y el nerviosismo se palparon desde los primeros instantes mediante quejas exageradas al árbitro o al portero rival. La afición hizo caso al llamamiento presidencial de apoyar al equipo -cosa que hay que hacer siempre- y tras el aplauso a Urzaiz se centró en el partido. Esto evitó que se produjeran manifestaciones en contra de la escasamente acertada directiva.

En nombre del calor a los jugadores se optó por dejar la crítica para otra ocasión, hecho que soterró la ansiedad general. Poco a poco, el devenir del choque la fue haciendo latente y se cebó con quienes cometieron los errores de mayor relevancia: Casas y Fran Yeste. El de Sopela volvió al equipo y se comió un importante «marrón», mientras que al de Basauri le cobraron viejas facturas. Ambos fueron abroncados y a saber qué pasa por su mente tras escuchar al míster decir que «el público ha estado impresionante».

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