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Complicada recuperación y desafíos internos en CUba tras el paso de Gustav

Cuba se va a enfrentar en los próximos meses a un verdadero reto económico y social tras el devastador paso del huracán Gustav por la isla. Una eficiente defensa civil, una población educada y preparada para este tipo de catástrofes y la labor informativa de los medios de comunicación han evitado víctimas humanas y han puesto de manifiesto la voluntad política, la organización y la centralización de medios para salvar vidas y salvaguardar los recursos.

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José Miguel ARRUGAETA y Joseba MACÍAS

Desde primeras horas de la tarde del pasado 30 de agosto y hasta la mañana del día siguiente, el devastador huracán Gustav arremetió con su máxima fuerza contra la zona occidental de Cuba, arrasando literalmente el municipio especial Isla de la Juventud, la mayor parte de la provincia occidental de Pinar del Río y amplias zonas agrícolas de La Habana. A pesar de sus intensas lluvias y vientos sostenidos (entre 200 y 240 km/h con ráfagas medidas de más de 340 km/h, que han sido las más altas registradas nunca en la historia del país), no ha habido víctimas humanas.

La ausencia de muertos no es ningún milagro. Sencillamente es el resultado de una más que eficiente defensa civil, una población educada y preparada para este tipo de eventos climáticos y una radio y televisión que informan constantemente, difunden orientaciones y recomendaciones y mantienen la comunicación imprescindible en mitad de la crisis. Los datos impresionan (cerca de 467.000 evacuados a lo largo del país) y hablan claramente de que la voluntad política, la organización y la centralización de medios para preservar la vida humana y salvaguardar los recursos, son la base real de este constante «milagro» cubano frente a la tragedia de sus vecinos (más de un centenar de muertos y miles de damnificados), incluyendo la huida desordenada de un más de millón de ciudadanos norteamericanos de New Orleans y la desembocadura del Mississippi.

Como siempre ocurre en estos casos, más allá del impacto mediático puntual, el verdadero alcance de lo que el viento y la naturaleza han dejado en el país caribeño y, paralelamente, su capacidad de recuperación pese a las enormes dificultades y limitaciones, volverá a ser silenciado en función de los habituales criterios de una información basada en el espectáculo y no en los verdaderos valores humanos. Pero esta vez la gravedad de lo ocurrido es mayor de lo habitual en un país acostumbrado, desde siempre, a incluir en su previsión meteorológica una larga temporada ciclónica extendida durante cinco meses al año (de junio a octubre): los daños materiales en el occidente cubano han sido realmente cuantiosos y manifiestamente significativos para la economía de una pequeña nación que se encuentra en vías de reestructurar la explotación de sus propios recursos bajo un intenso bloqueo y en el contexto de propiciar una política de progresivas transformaciones internas.

Cientos de trabajadores eléctricos y telefónicos, integrantes de las Fuerzas Armadas, toneladas de alimentos, materiales de construcción, transportes y equipamientos pesados o recursos económicos de la reserva nacional fluyen hacia las zonas afectadas desde el resto del país. Es una carrera contra el tiempo, cuyo objetivo es restablecer a la mayor brevedad posible los servicios básicos y las condiciones de habitabilidad. Pero más allá de este esfuerzo colosal a corto plazo, Cuba se va a enfrentar a un verdadero reto económico y social en los próximos meses. Algo más de 120.000 viviendas han sido total o muy seriamente dañadas (se trata de la capacidad constructiva del país en un año y medio, según datos estadísticos de 2007) y los territorios afectados son, además, vitales para el abastecimiento de alimentos a la capital, donde se concentra una cuarta parte de la población cubana. Junto a este dato, no podemos minimizar tampoco el golpe directo a la exportación en una región del país productora de recursos sustanciales en el mercado internacional como el tabaco, los cítricos o los productos pesqueros y cuya venta exterior venía generando cerca de 300 millones de dólares anuales, fundamentales para la política social de la Revolución.

Estas cifras evidencian que Cuba, con todos sus mecanismos sociales, políticos y económicos activados, se encuentra ante un enorme desafío en los próximos meses en los que conceptos como vivienda, infraestructuras o agricultura se van a convertir en términos clave para entender el desarrollo de la realidad cotidiana de la isla.

Inicio del curso escolar

Mientras un huracán con nombre de tanque ruso impactaba en la parte oeste del archipiélago, algo más de dos millones y medio de niños y jóvenes de ambos sexos daban comienzo al nuevo curso escolar terminando así oficialmente las vacaciones de verano. La apertura del nuevo ciclo estudiantil tendrá que esperar varias semanas en los territorios afectados, donde la fuerza de los vientos ha destrozado escuelas y centros educativos... Pero en el resto del país se fomenta la normalidad.

Una vez más y marcando el comienzo de un nuevo período de actividades, los coloridos uniformes de los estudiantes inundan estos días las calles y las plazas de los pueblos y ciudades cubanas. Este año, además, con una importante novedad: la reincorporación a las aulas de 5.000 maestros y maestras retirados, atendiendo a la propuesta que hiciera Raúl Castro en su última intervención en la Asamblea Nacional, el pasado 11 de julio.

La medida busca hacer frente a la carencia de educadores con experiencia, una realidad que venía generando en los últimos años un evidente malestar entre los padres, dadas las marcadas deficiencias en la formación pedagógica y de valores de los alumnos. Pero este refuerzo de profesores que viene a apoyar el trabajo de los jóvenes maestros emergentes sigue siendo todavía insuficiente. Esa es la razón por lo cual ha sido necesario movilizar cientos de educadores recién graduados para reforzar algunas provincias donde la falta de personal docente es alarmante (como es el caso de trescientos jóvenes de Cienfuegos trasladados a Matanzas)...

Medidas provisionales y de urgencia en un país que aún no encuentra los estímulos materiales y salariales adecuados o el reconocimiento social imprescindible y necesario para una función social que, durante décadas revolucionarias, se había convertido en un referente esencial para la ciudadanía.

El comienzo del curso escolar ha dado también inicio oficial a un amplio debate público, al cual han sido convocados tres millones y medio de trabajadores de todos los ámbitos productivos. Se trata de la discusión por centros laborales del anteproyecto de reforma de la Ley de Seguridad Social, un texto que si bien establece el crecimiento de la cobertura social y de las jubilaciones a partir de su entrada en vigor, también aumenta en cinco años la edad del retiro laboral sobre la base de un creciente y rápido envejecimiento de la población, lo que viene a significar una reducción realmente importante del número de trabajadores. El año pasado el Gobierno revolucionario invirtió el 10.56% de su Producto Interno Bruto (PIB) en gastos de seguridad social y pensiones mientras el número de personas jubiladas pasaba del millón y medio, lo que supone cerca del 15% del total de los cubanos residentes en la isla.

La Cuba del futuro inmediato se encuentra ante otro reto clave: La tendencia demográfica al envejecimiento de la población es clara y alarmante. Mientras tanto, el debate público y abierto de la propuesta legal se erige al mismo tiempo como una muestra más del sistema de participación, discusión y consenso que quiere marcar los cambios y transformaciones internas, tal y como prometió el nuevo presidente, Raúl Castro, en su toma de posesión en febrero de este año.

En el último ciclo de este 2008, la sociedad cubana debe afrontar serios desafíos entre los debates internos y la complicada recuperación económica tras el paso del ciclón Gustav. Pero además hay otra cuestión crucial que dirige las miradas hacia el norte: las elecciones presidenciales estadounidenses de noviembre. En Cuba, el proceso se sigue sin muchos comentarios pero con un evidente interés ciudadano.

Para nadie es un secreto que los resultados pueden traer aparejados, en caso de victoria de Barack Obama, algunos cambios de matiz importantes en la política norteamericana hacia la Revolución. Pero, en el reverso (y no son pocos los cubanos que ven más viable esta posibilidad), la victoria del ultraconservador John McCain incluye en su guión un reforzamiento de la agresividad y el acoso contra el modelo social de la isla.

Un hecho que, pese a representar una constante en la política de la mayor parte de las administraciones estadounidenses en estas cinco décadas de agresión permanente, no deja de preocupar a muchos cubanos en un momento tan delicado como el actual.

Los daños podrían ascender a unos cuatro mil millones de dólares

El ex presidente cubano Fidel Castro cifró en entre tres mil y cuatro mil millones de dólares el impacto económico del huracán Gustav en Cuba, que comparó con un «golpe nuclear», pero aseguró que el país tendrá que recuperarse con su propio esfuerzo.

«Cien millones de dólares significan sólo nueve dólares por habitante y necesitamos mucho más», señaló en un artículo difundido el miércoles, en el que añadió que «necesitamos treinta veces, cuarenta veces esa cifra sólo para paliar nuestras necesidades más elementales. Tal esfuerzo debe salir del trabajo del pueblo. Nadie lo puede hacer por nosotros».

Castro insistió en que no habrá participación extranjera en la reconstrucción: «Sólo de nuestro trabajo podrán salir los recursos». Pero no quedó claro si Cuba aceptará la ayuda humanitaria ofrecida por países como Rusia, Venezuela, México e, incluso, EEUU -aunque matizando que sólo a través de las ONG- para hacer frente a la emergencia.

Según los datos conocidos hasta ahora, la Isla de la Juventud quedó arrasada, al haber sido dañadas 20.000 de sus 25.000 viviendas -la mitad de ellas totalmente destruidas-, devastada su infraestructura eléctrica y paralizada su planta productiva.

«El dinero no tiene ningún valor, no hay qué comprar ni dónde comprar nada. El territorio es un teatro de operaciones militares en una tregua, con la gente todavía alegre porque se salvó, aunque con el paso de los días la moral puede decaer y llegar la depresión», señaló el pintor y diputado Alexis Leyva Kcho.

El 60% de los habitantes de Pinar del Río seguían sin electricidad cinco días después del paso de Gustav.

GARA

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