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«Quien me sustituya debe replantearse la relación con el público»

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José Antonio ECHENIQUE, director de la Quincena Musical

José Antonio Echenique, que lleva al frente de la Quincena Musical casi treinta años, cree que, a pesar de que algunos augurios eran negativos, la presente edición del festival ha sido satisfactoria y el público ha reaccionado muy positivamente a una programación y un plantel de intérpretes menos popular que en ediciones anteriores.

Unos 55.700 espectadores han asistido a los 101 conciertos programados desde el pasado 4 de agosto por la Quincena Musical, que clausuró ayer su 69 edición. Todo un éxito para José Antonio Echenique, quien anunció hace poco más de un mes que se retiraba de la dirección de este certamen en un plazo máximo de dos años. Pero él tiene una idea bastante clara del camino que ha de seguir este festival si quiere adaptarse a los cambios que afectan al mundo de la música clásica.

En líneas generales, ¿cómo ha resultado esta edición de la Quincena Musical? ¿Se han cumplido los objetivos marcados?

Hay que empezar diciendo que éste era un año un poco especial, por varios factores. El primero es que había un equipo nuevo en la Quincena, algunas personas que asumían por primera vez responsabilidades en el tema artístico y en las relaciones con los medios de comunicación. También era un año complejo porque algunos festivales nos habían comentado que debido a la crisis económica habían sufrido un cierto declive de audiencia, y teníamos miedo de que nos pudiera ocurrir también a nosotros. Por otra parte, la Expo de Zaragoza ha coincidido temporalmente con la Quincena y ha programado conciertos clásicos, aunque han sido un fracaso estrepitoso debido, seguramente, a que el público que va a la Expo lo hace buscando otro tipo de cosas. Por todo esto, yo tenía un cierto miedo a que el equipo no estuviera a la altura de las circunstancias y a que el público no respondiera como suele ser habitual. Además, al público de Donostia, que es conservador, como en general el de la música clásica, este año le faltaban grandes nombres. Sólo hemos tenido a Colin Davis, porque hemos apostado por gente joven o por artistas que actuaban en la ciudad por primera vez y por buenas orquestas pero que a lo mejor no son tan carismáticas. Y, por último, aunque Messiaen sea un clásico, tenía miedo de que no interesara tanta presencia de su música. Pero finalmente los resultados han sido muy positivos, hemos cosechado un 95% de audiencia en el Kursaal y un 91% en el Victoria Eugenia, y en los demás frentes, excepto en la música contemporánea, que como sabes es minoritaria, ha ido todo muy bien. Y en cuanto al nivel de las interpretaciones, creo que han estado a la altura de las obras.

Como usted ha dicho, aunque la programación de este año arrojaba muchos atractivos en cuanto a repertorio e intérpretes en alza, era arriesgada por la notoria ausencia de grandes estrellas internacionales. ¿Por qué decidieron que fuera así?

La triste realidad es que se han disparado de una manera brutal los cachés de las grandes figuras. Un Juan Diego Flórez, que actuó aquí hace tres o cuatro años, en el 2008 está pidiendo un caché cuatro veces superior. Y, además, a menudo ocurre que las grandes figuras no quieren modificar su programa. O bien porque han hecho un disco, o bien porque salen de gira y van con un programa más o menos facilón, y también porque algunos programadores tienen miedo a la regresión del mercado clásico y deciden jugar sobre seguro pidiéndoles el gran repertorio, lo cierto es que en nuestro caso, negociar con algunas estrellas para que se adaptasen a nuestra programación ha sido un diálogo de sordos. Si uno analiza lo que hacemos los festivales y las temporadas de conciertos, descubre que se trata de programaciones muy conservadoras. Quizá es debido al tema económico, o puede que por pereza uno decida darle al público lo que quiere, el sota, caballo y rey. Pero mantener esa curiosidad por nombres y obras nuevas es vital para la salud de la música clásica, por eso este año he preferido apostar por intérpretes y directores jóvenes que por los famosos de la M (Mehta, Muti, Maazel), que son fantásticos pero a los que cuesta demasiado comprometer con un proyecto concreto de programación.

Me consta que usted es muy consciente de su papel social al frente del festival, y que antes que para usted mismo trabaja para un público. Si hubiera dependido exclusivamente de su punto de vista, ¿qué es lo que le hubiera gustado hacer de la Quincena?

Llevo 30 años llevando el festival, como sabes. Cuando yo tomé el mando, por las situaciones sociopolíticas del año 79, y también porque no tenía prácticamente medios económicos y se financiaba al ochenta por ciento con la taquilla, el festival atravesaba una gran crisis. Mi labor en este tiempo ha sido consolidarlo y conseguir quereviviera un poco su historia pasada, que fue muy interesante porque es el más antiguo y en su momento el único que existía en el Estado. Pero sí que es cierto que durante todos estos años he estado en muchas ocasiones hipotecado por los gustos del público. Conozco un poco al público de Donostia y sus alrededores, y la Quincena Musical, aunque en sus inicios fuera otra cosa, en el 2008, como la mayoría de los festivales del Estado, no deja de ser un festival doméstico, que no aspira a la internacionalidad porque no hay dinero para ello. Y, siendo así, a menudo he tenido los gustos del público de Donostia, que es muy conservador, demasiado en cuenta. Pero ahora, en un espacio de uno o dos años, viene el relevo, y yo lucharé codo con codo para que el nuevo director, teniendo en cuenta cómo ha cambiado la situación de la música en nuestro propio país, haga un festival en el que se combinen tradición y modernidad.

¿Está pensando en algún modelo en concreto?

Para mí, un modelo de festival en estos momentos sería el de Lucerna, que conjuga tradición y modernidad, las figuras del compositor residente e intérpretes residentes, el descubrimiento de nuevas figuras y la apuesta por intérpretes jóvenes. En esto momentos la Quincena, y en general la música en Euskal Herria, está atravesando un momento dulce pero tenemos que reaccionar ya para afrontar el futuro desde unas nuevas perspectivas, siendo conscientes de que, aunque intentemos educar al público, éste seguirá teniendo su propia personalidad.

Pero el Festival de Lucerna tiene un presupuesto gigantesco -20 millones frente a los 3 de Quincena-, y además ha sabido embaucar muy inteligentemente a las empresas suizas.

Sí, ese es un punto importantísimo, pero aquí el mecenazgo es algo que no termina de cuajar. Buscar patrocinadores para los conciertos de Messiaen, para «Iolanta» o para la música contemporánea ha sido imposible. Los patrocinadores, que son prácticamente los mismos desde hace 20 años, siguen apostando por lo convencional. Hay una falta de tradición de mecenazgo en este país, aunque también es cierto que el número de empresas grandes aquí es menor que en Suiza .

A principios de agosto anunció que dejaba la dirección de Quincena en un plazo de dos años. Con unos cambios tan importantes en mente, y teniendo en cuenta la nueva realidad del mercado de la música clásica, ¿cree que podrá desengancharse tan fácilmente de la Quincena?

A mí me gustaría seguir colaborando con el festival. Ser, de alguna manera, la memoria histórica. Pero eso sí lo tengo claro: mi sustituto, desde el primer día que entre, cogerá las riendas de la dirección y asumirá las responsabilidades. Me gustaría, ante todo, que sea un profesional con mayúsculas, que a la hora de programar sea un sociólogo, si quieres decirlo así, pero a la vez que sea una persona innovadora, con imaginación, con contactos, y, sobre todo, que sepa enfrentarse a ese miedo que los programadores solemos tener en nuestra relación con el público. Pero, para eso, es necesario que todos los sectores respalden a esa persona.

Mikel CHAMIZO

«Me impactó el respeto del pueblo de Getaria durante la interpretación de las `Vísperas'»

Cuando se le pregunta por los momentos más destacados de esta Quincena, Echenique se lo piensa durante un largo minuto antes de contestar. «Son cosas muy dispares», reconoce. «Una de las cosas que más me ha impactado han sido las `Vísperas' de Tomás Luis de Victoria en Getaria, por el respeto del pueblo de Getaria por aquella música. Fue algo impresionante. Pero también el recital de Francesco Tristano Schlimé, jugando con Bach y Cage en Chillida-Leku, fue algo maravilloso». Tras la sorpresa inicial que supone escuchar del propio director de la Quincena que sus conciertos favoritos han sido estos, y no las grandes citas orquestales u operísticas, Echenique sigue enumerando otros momentos irrepetibles para él: «La entrega de los jóvenes de la Gustav Mahler Jugendorchester me pareció excepcional, pero un concierto que me llegó especialmente fue el de José Manuel Azkue, por el estado de salud en que se encontraba, y que le dio un plus de emotividad». Interrogado por los conciertos que no han estado a la altura de lo esperado, Echenique se toma nuevamente un largo tiempo, pero finalmente confiesa que «nos habían hablado muy bien de Germán Villar, el Don José en `Carmen', puesto que las próximas temporadas las va a hacer en Los Angeles, Washington y en el Liceu de Barcelona. Pero finalmente no estuvo a la altura de lo que yo esperaba. Fue una pequeña decepción». El de Villar fue un cambio de última hora, pues al tenor italiano que iba a protagonizar Don José le entró el pánico escénico. Y también fue un cambio de última hora el causante del otro chasco para Echenique, al que le hubiera gustado escuchar el previsto «Poema del éxtasis» de Scriabin dirigido por Sokhiev. «Lo cambiaron por las `Danzas sinfónicas' de Rachmaninov, que no son tan fantáticas, y el programa perdió bastante», se lamenta.

Mirando a 2009

Finalizado ya esta edición, todos los ojos están puestos en la número 70 que, según se anunció ayer, rememorará los años de «vanguardia y modernidad» de principios del siglo XX. Para recordar esta Belle Epoque, se anuncia la presencia de la Orquesta Nacional de Lyon, dirigida por Michel Plasson, de la Orquesta Nacional de España, bajo la batuta de Josep Pons, de y las hermanas Labèque. Entre los conciertos previstos está la interpretación de «Gernika» de Francisco Escudero.

Mikel CHAMIZO

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