Las palabras melifluas y las sonrisas apagadas de Ibarretxe ante las legítimas demandas de los familiares de casi un millar de ciudadanos vascos reducidos a la condición de presos políticos se desploman ante la contundente actitud de su consejero de confianza. Balza, además de cercenar el derecho de los vascos y las vascas a manifestarse en libertad, ha proclamado su desprecio de los familiares. Retrato perfecto del consejero y del aconsejado.