Serena Williams vuelve a la cumbre. La estadounidense consiguió su tercer título del US Open y se embolsó millón y medio de dólares tras derrotar a la serbia Jelena Jankovic por 6-4 y 7-5. El título de campeona iba acompañado de un premio extra, el número uno del mundo.

Así que Serena recuperó el trono que perdió en octubre de 2003 tras permanecer 57 semanas en el primer puesto: «Nunca me había sentido tan excitada al terminar un partido. No puedo describirlo. Saltaba, gritaba. No puedo creer que haya ganado nueve torneos del Grand Slam», dijo la menor de las Williams, que nueve años después de conseguir su primer grande lo ha saboreado como nunca.

Quizás, con 26 años, ha descubierto que el tenis es su pasión y su talento tiene más salida en el deporte de la raqueta que en el mundo del celuloide y la moda.

Aparentemente recuperada de sus lesiones físicas, que le obligaron a pasar por el quirófano para una operación de rodilla. Mitigado el dolor por algún drama familiar que ya pertenece al pasado, Serena ha asegurado que viene para quedarse y así lo reconoció tras su victoria: «Es muy especial. He tenido momentos difíciles estos últimos años -en 2006 llegó a ser la 140 del mundo- . Estaba en un pozo sin fondo, estuve lesionada. Ahora todo ha salido bien. Es mágico, pero no quiero detenerme aquí. Voy a intentar ganar otros títulos del Grand Slam, quiero ganar un número que implique dos cifras».

Si continúa por el mismo camino será pan comido. En Flushing Meadows ha sumado su noveno grande sin ceder un solo set. Su hoja de ruta en Nueva York es impecable. Debutó ante la ucraniana Bondarenko, a quien venció por 6-1 y 6-2, en segunda ronda le metió un doble 6-1 a la rusa Vesnina y en la tercera despidió a la japonesa Sugiyama por 6-2 y 6-1. En octavos eliminó a la francesa Brémond por un doble 6-2 y en cuartos protagonizó el enésimo enfrentamiento con Venus.

Trato de familia

Su hermana mayor le apretó más que ninguna aunque, como es habitual en sus encuentros, la prensa habló de pacto familiar. Tampoco consiguió romper la racha de la benjamina pese al 7-6 (8/6), 7-6 (9/7) que lució el marcador. En las semifinales dio cuenta de Dinara Safina -6-3 y 6-2- pasando por encima de una de las jugadoras más a tono del circuito.

Y ayer, un día después de lo previsto por culpa de los restos de la tormenta tropical Hanna que alteró el programa, Serena remató el trabajo. Ante las gradas abarrotadas de la pista Arthur Ashe, el huracán de Michigan acabó con las ilusiones de Jelena Jankovic, quien aspiraba a conseguir su primer grande y vendió cara su derrota.

Cada una eligió sus mejores armas. La estadounidense, la potencia. Todo un sello de familia que las hermanas han asumido desde sus primeros tiempos hasta el punto de que recién llegada al circuito Serena se empeñó en demostrarlo con un tenista situado en un lugar discreto de la clasificación ATP y perdió.

Ayer también soltó toda su agresividad, mientras la aspirante de Belgrado contrarrestaba obligándole a moverse más de lo necesario. Los nervios de la serbia y la mayor experiencia de la estadounidense resolvieron.

Con 32 títulos en sus vitrinas, cuatro de ellos logrados este año; Bangalore, Miami, Charleston y el US Open además del reciente oro olímpico en Beijing formando pareja con Venus, retorna a la posición de privilegio seis años después. La retirada de las canchas de Justine Henin en primavera, tras 117 semanas en cabeza, dejó vacante el puesto sin una líder sólida. Sharapova, Ivanovic y Jankovic sucedieron a la valona, aunque por poco tiempo. La duración del nuevo reinado depende de Serena.