«Wanted» ha recibido en los Estados Unidos la temida calificación con la letra «R», una restricción por edades que, en la mayoría de países donde se exhibirá, equivale a «tolerada única y exclusivamente para mayores de 18 años». En la película no hay nada de sexo, ya que Angelina Jolie y el joven James McAvoy no van más allá en su relación de darse un beso, sencillamente debido a que, a lo largo del metraje, están muy ocupados pegando tiros a diestro y siniestro.

Esto quiere decir que estamos ante un film de violencia explícita, algo que molesta mucho en las pantallas de cine a la sociedad actual, pero no en los noticiarios de la televisión. El cine de acción violenta fue un fenómeno de los años 70 y de los 80, que hoy en día se ha trasladado a los videojuegos, mucho más adictivos y peligrosos. No es de extrañar que haya productores que quieran captar para las salas de cine a ese público de las consolas, incluso aún a costa de renunciar a los espectadores que no han cumplido la mayoría de edad.

La hipocresía social hace que nadie meta mano a los videojuegos, por aquello de la privacidad y de que cada uno hace en su casa lo que quiere. En cambio, el cine es un espectáculo público que se anuncia en la vallas publicitarias. Y ahí es donde empiezan los problemas para «Wanted», que está siendo muy comercial pero nunca como las películas familiares al estilo de las de Indiana Jones. En Inglaterra han prohibido directamente los carteles en los que Angelina Jolie y James McAvoy exhiben sofisticadas armas en poses, por decirlo de algún modo, excitantes. La explicación que dan los censores ingleses es que esa cartelería da una imagen de la violencia muy glamurosa y atractiva. Un juicio moralista muy sui géneris, viniendo de un país que se ha aliado con los Estados Unidos para invadir Irak a sangre y fuego.

Poder hipnótico

Resulta paradójico además que les preocupe tanto el impacto visual de cara a los jóvenes, cuando lo que se diga en la película les tiene sin cuidado. Debería inquietarles más la estrategia de poder que hay detrás de toda organización criminal, como la que presenta «Wanted» bajo el pomposo nombre ficticio de La Fraternidad. La ideología de este grupo tan «benefactor» para la humanidad se basa en el lema «matar a uno, salvar a mil». Una frase muy similar era pronunciada por Meryl Streep en «Expediente Anwar», el film de denuncia del sudafricano Gavin Hood sobre los vuelos secretos de la CIA con prisioneros políticos detenidos de forma ilegal. La actriz que va a recibir el Premio Donostia la decía en base a una caracterización inspirada en Condoleezza Rice.

Que la violencia paroxística tiene un poder hipnótico es una creencia que pone en practica con vehemencia «Wanted», que procura a las audiencias predispuestas 110 minutos de tiroteos y explosiones sin descanso, con situaciones ciertamente inverosímiles, lo que no devuelve a la irrealidad de la violencia del celuloide, término en desuso que en su traducción moderna pasa a definirse como «virtual». Ni que decir tiene que el fenómeno «Matrix» ha estado muy presente en la mente de los guionistas, más aún al basarse en un cómic de Mark Millar (texto) y J.G. Jones (dibujos), que ya tenía a la creación cinematográfica de los hermanos Wachowski como una de sus principales referencias. La otra, al parecer, era «El club de la lucha». Para escribir el guión adaptado fue contratada la pareja formada por Derek Haas y Michael Brandt, que habían sido los encargados de rescribir previamente «El tren de las tres y diez», en otra vuelta de tuerca al relato original de Elmore Leonard. Su gusto por el cine clásico no encajó con los intereses de los productores de «Wanted», que pidieron entonces a Chris Morgan, guionista de la tensa e impactante «Cellular», que revisara el argumento de arriba abajo hasta dejarlo como está. El gancho argumental de «Wanted» no está en el personaje de mujer de acción interpretado por Angelina Jolie, similar a los que viene haciendo en la mayoría de cintas comerciales que protagoniza, sino en el de su compañero de reparto James McAvoy. Se trata de un don nadie, un «cualquiera» inexperto en el uso de las armas que debe convertirse de la noche a la mañana en un asesino a sueldo. La justificación para su predisposición profesional es la genética, porque su padre era uno de los mejores hombres de La Fraternidad, aunque el chico no lo sabe. El líder de dicha organización criminal, encarnado por un solemne Morgan Freeman que echa los discursos a los novatos, es quien le informa de que posee un don.

Por lo que se puede ver en el trailer, el don de marras es una extraña habilidad de disparo, capaz de cambiar la trayectoria de una bala, hasta con curva, más que nada para que se luzcan los técnicos de efectos especiales. El hecho de que el héroe sea en principio alguien que lleva una existencia de lo más mediocre es un modo de buscar la total identificación del espectador con el personaje, como en los videojuegos violentos donde es el jugador el que dispara.