Ha vuelto Arzalluz a la palestra y, aunque sólo se tratara en este caso en una entrevista en Euskadi Irratia, ha conseguido volver a picar a los gurús de la prensa hispana. Ayer el editorialista de «Libertad Digital» constataba que «el ex presidente del PNV, Xabier Arzalluz, no ha dudado en celebrar el décimo aniversario del pacto de Estella recordando aquellos hechos como `los momentos más bonitos' de su carrera política». Y al escribiente de Jiménez Losantos le parece que «los idílicos acontecimientos que recuerda ahora Arzalluz no fueron más que la reacción defensiva de los nacionalistas vascos que vieron, por primera vez, su hegemonía desafiada por el espíritu de Ermua. Con el cadáver de Miguel Ángel Blanco todavía caliente, PNV y ETA trazaron una hoja de ruta secreta, que incluía el pacto de Estella con el entramado etarra para doblegar la firmeza del Gobierno de la Nación a través de la tregua trampa de 1998». Mira por dónde...

Le sirve lo anterior al editorialista para volver a la carga con su canto monocorde: «La senda marcada por el espíritu de Ermua debería servir como referencia para todos los partidos democráticos que de verdad quieren derrotar a los terroristas sin contrapartidas de ninguna clase; la tan cacareada y vacía `unidad de los demócratas' no es un sustituto aceptable. De nada sirve autoengañarse y buscar esa unidad a través del entendimiento con los mismos nacionalistas que, diez años después, se enorgullecen de haberse acercado a ETA para hacer frente a la reacción espontánea y sentida de la sociedad española, conmocionada por aquel asesinato a cámara lenta».

Y como zurrarle a Arzalluz no resulta ya efectivo, el escriba sentado busca otro monigote para el vudú: «Si bien Arzalluz abandonó la primera línea política hace ya cuatro años, su influencia todavía perdura y sus ideas y modo de hacer política han encontrado un digno sucesor en el actual lehendakari. Hoy, los objetivos pactados por PNV y ETA hace diez años se encuentran más cerca de hacerse realidad gracias a la política de diálogo y cesión seguida por el Gobierno Zapatero, que ha envalentonado a los terroristas y permitido a Ibarretxe lanzar su órdago secesionista». Ahora toca hacer catastrofismo.