Cuidado con los vecinos a los que les gusta demasiado el pollo
La segunda jornada de la FiraTàrrega tuvo un denominador común: el frío. Desde que el sol dejó de lucir, las temperaturas fueron bajando hasta límites insufribles, lo que hizo difícil disfrutar de la extensa y maravillosa programación nocturna. Tiritando vimos títeres de tercera generación, pirotecnia festiva y un aficionado a los pollos.
Carlos GIL Crítico teatral
Cuenta la tradición feriante que los viernes aparecen los vascos y las vascas para dar una tristísima rueda de prensa y ofrecer algunos productos típicos de la tierra. En esta ocasión, la oferta del Euskal Teatroa se limita a tres buenos trabajos que al realizar esta crónica todavía no habían iniciado sus representaciones.
El Departamento de Cultura, por su parte, ha mandado el perfil más bajo de los últimos tiempos como representación institucional, motivo que quizás haya influido, también, para rebajar la calidad en la muestra de los productos ofertados, aunque algunos intentamos hacer un trabajo de I-D, y para que nadie se apunte un tanto, patentamos un nuevo pintxo: las tejas de Tolosa con antxoas del Cantábrico. Un acto paliativo del poco gusto general, en formas y cantidades, porque el queso estaba reseco, el chorizo crudo, los piperras no eran langostinos ni se asimilaban, el bonito andaba justo, el txakoli no estaba en la temperatura de frío recomendable y el vino de Rioja raspaba. Parece ser un signo de decadencia o una manifiesta falta de interés de los actuales responsables de estos negocios tan ajenos al hecho teatral, pero tan celebrados por los gorrones y tripones.
Recompusimos la agenda, y vimos el espectáculo que debió inaugurar oficialmente esta edición y creemos que se mantiene «la maldición» del espectáculo inaugural. Vaya por delante que la opción tomada nos parece un acierto. Hacer una coproducción, tras estudiar varias propuestas y apostar sin renuencias de ningún tipo. Además en esta ocasión era el grupo Efímer, formado por tres jóvenes talentosos, y del propio Tàrrega, por lo que se debe aplaudir esta opción de integración y potenciación de jóvenes artistas y además locales.
Lo que sucede es que «Pop3» se trata de un espectáculo anti-teatral. Un espectáculo sin ningún ser vivo ni en directo, sin ningún actor, o sea, un montaje audiovisual puro y duro a base de anuncios históricos de la televisión de los últimos cuarenta años, fotos de más actualidad, en un lenguaje colorista y efectista presentado en nueve pantallas gigantes que estaban colgadas de tres grúas monumentales. Vimos demasiados tópicos, una estética pop que se nos antoja trasnochada, y la buena voluntad de mezclar la publicidad con fotografías de hechos actuales realmente sangrantes, como son las pateras o cayucos, la discriminación quedaban camuflados tras tanto movimiento del montaje audiovisual.
Debemos dejar constancia que el artificio funcionó técnicamente, que pensamos que se realizó con coherencia, es decir quisieron hacer eso, y así, y lo realizaron, apoyados, como no puede ser de otra manera en estos tiempos de disloque, por profusa pirotecnia, mezclando otro lenguaje, pero en ningún momento con la necesidad de la humanidad de un actor.
Los alemanes de Bängditos Theater utilizan la pirotecnia, el fuego, el agua, los recursos visuales de una manera mucho más excitante en su trabajo «Überfluss», con tres actores, o payasos, activistas que tienen un inicio de espectáculo realmente clownesco y que van evolucionado con un artilugio escenográficamente polivalente instalado frontalmente de donde sale agua, formando chorritos, fuego, pero fuego de manera profusa, pirotecnia, petardos, confettis, en una suerte de orgía de los elementos y que siempre tienen a los tres personajes con mono de bucear narrando, sin usar ni una palabra, una historia de viaje hacia lugares remotos donde aparecen animales diversos.
Marionetas conmovedoras
Hay ocasiones que se acumulan trabajos que se puede unir por una temática, una circunstancia espacial. El primero es un bello trabajo de títeres que ofrece la compañía francesa Delit de Façada en su obra «Menus larcins», cuatro pequeñas historias dirigidas por creadores de diferentes países europeos y que se hace en coproducción con Meridians, una red de reciente creación y que está integrada por seis festivales europeos de teatro de calle. Aprovechan los balcones reales de una plaza para irnos contando a un ritmo casi real pequeños momentos de la vida de sus supuestos moradores. Las marionetas, creadas por Romaní Duverne, son de gran calidad y su manipulación les confiere un grado de verismo que conmueve. Historias cotidianas con sus moralejas, historias, también de vecinos con sus miserias, sus golpes de efecto, su visión exterior y sus vidas menos brillantes del interior. Un buenísimo trabajo para todos los públicos que debe atender los diferentes lugares donde transcurren las acciones guiados por otra marioneta mecánica, una mano articulada y móvil.
El segundo es «Bloc!», presentado por Cop de Clown+Laitrum Teatre, parte de una excelente escenografía que nos muestra un bloque de casas con tres pisos, y el público puede verlo desde los cuatro puntos, ya que los títeres manipulados a vista por un buen equipo de actores-manipuladores-payasos, aparecen por los balcones de todos los lugares. Aquí también con historias de vecinos, con toda su variedad, individuales, colectivas, en una muestra muy divertida de indagar, también, dentro de una cotidianeidad minuciosa, con muñecos de una estética muy cuidada, dentro de un realismo que se fuga hacia el costumbrismo humorístico, pero que deja buen poso, tanto por el dinamismo y la interrelación de los personajes como por su disposición espacial y la incitación al movimiento constante del público para acudir a todos los focos de atención que simultáneamente se presentan por el edifico plantado en medio de la plaza y que está a cuatro aguas.
A quienes nadie quisiera tener como vecinos es a la pareja formada por los actores Alain Bourderoin y Luc Costa de la compañía francesa La Chouing y su espectáculo «Pluma». Narran las peripecias de dos alucinados que viven un submundo, cutre, feísta, obsesionados uno con las plumas, las que llevan las vedettes en el cuello, las que se hacen echarpes con las plumas de los pollos, y el otro enamorado, literalmente, de un pollo. Un pollo muerto, entero, real, con su cabecita sanguinolenta, al que el amante viste con trapos, le pinta las uñas de las patas, lo cuida y mina con atenciones constantes y mantiene relaciones zoofílicas casi explícitas y al que acaba maltratando ante un mal gesto y un ataque de desamor. El otro mata pollos para conseguir plumas, muchas plumas para emplumarse, y acaba pegándose un tiro. Un trabajo importante, del humor más negro al vértigo, pasando por el asco, sangre, cabezas de pollos saltando, suciedad. Un mundo que de irreal nos provoca una náusea por lo que tiene de metafórico. Muy buena puesta en escena, con pocos elementos, pero perfectamente utilizados, y una grandísima actuación.
Volvieron a las calles de Tàrrega el jolgorio aflamencado de las chicas de La Guardia Flamenca, presentando un nuevo trabajo, no tan basado en la disciplina militar y marchante de las majorettes, sino con «Un poco de Carmen» una versión disparatada del clásico, con mucho ritmo. Músicos en directo y media docena de bailarinas que zapatean, palmean, se lucen con bata de cola, porque ellas son flamencas, pero de Bruselas. Animación, mucha marcha y diversión sin mayores ambiciones.
Los andaluces de Varuma Teatro ofrecen en «Renglones Imaginarios», un trabajo apoyado en la estética circense, una ópera ligera, con una cantante de bella voz, imágenes que recuerdan al imaginario mundo de Joan Brossa, incluso de los surrealistas, con textos que mencionan a «El gran teatro de Oklahoma» de Franz Kafka, con una anécdota sobre la vida del autor checo que narra Paul Auster en «Brooklyn Follies». La hilatura textual corre a cargo de David Moreno, la dirección, muy compensada, de Jorge Barroso, y la dirección musical de Ángel López de Lallave. Un trabajo muy bien ejecutado, donde cada uno hace lo que sabe, con calidad y delicadeza y que deja muy buen cuerpo, porque las artes escénicas conviven en buena armonía.
Un paso de cebra
Fragmentariamente vimos «Píaton» de los canarios Abubukaka, una furgoneta, un narrador y unos actores que son un paso de cebra. Una situación disparatada que la saben desarrollar y mantener la atención de los públicos. Uroc Teatro, con los veteranos Juan Margallo y Petra Martínez, autores del texto, la dirección y la interpretación de «Adosados», que lograron el lleno total en sus dos actuaciones y la complicidad absoluta de las plateas. Un trabajo muy divertido. Una rareza, un laberinto con acciones de la vida cotidiana que plantean los ingleses de Dot Comedy en «Get lost» donde a los espectadores no se los pierde, sino que se les guía hacia un Minotauro a base de acciones aliñadas de humor inglés.