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Fede de los Ríos

Ratzinger está que se sale

El amor al dinero es la raíz de todos los males» ha dicho Ratzinger, el capo di capi de los católicos, en una misa oficiada en París. Mientras frotaba en su humilde ropaje el Anullum Piscatoris, treinta y cinco gramos de oro de veinticuatro kilates; después miró su mano extendida al tiempo que parecía pensar: «es mona la sortija, hace juego con las joyas de mi cruz pectoral pontifical y las del báculo».

Condenó como idolatría «el afán de tener», molesto sin duda, por la escrituración a nombre de la Iglesia de todos los lugares de culto y alrededores; por la existencia del Banco Ambrosiano y las acciones en Bolsa.

Denunció, asimismo, como idolatría «el afán de poder», mostrando así su incomodidad por haber sido recibido en Francia con honores de Jefe de Estado. Él, que soporta a duras penas el poder omnímodo que Cristo le ha dado para «atar y desatar» en la tierra y así será en los Cielos.

De igual manera, consideró idolatría «el afán de saber» que junto a los falsos ídolos anteriores «desvían al hombre de Dios». Ejemplo de ello fueron Giordano Bruno, Galileo, Miguel Servet, Descartes, Darwin... y una miríada de hombres y mujeres que, a lo largo de la historia, demostraron afán por el conocimiento y el saber: el acto de soberbia por excelencia que ofende a Dios misericordioso y por el cual nacemos con el alma manchada con el pecado original. Más vale que la Iglesia, siempre al quite, a unos con condenas, a otros mediante censura, y la hoguera para los más pertinaces, a casi todos pudo salvarles el alma. Unos quedaron más churrasqueados que otros, una miqueta torrats que diuen els catalans, pero, queridos, la vida y la salvación tiene unos costes; más si hablamos de salvación y vida eternas. ¿Para qué deducciones obtenidas de los hechos observables? ¿A santo de qué causalidades racionales? La soberbia de Benjamin Franklin, ese seguidor del idólatra Isaac Newton, demostrada al inventar el pararrayos para que la humanidad escapara a un castigo divino, hizo que su alma se condenara en las llamas del infierno. Escapó del rayo, sí, pero no del fuego eterno.

Es hora de que vuelva el creacionismo a las aulas, los parches de Sor Virginia a las farmacias y las rogativas a la meteorología. Que se conviertan y recen los cubanos si quieren salvarse de Ike.

Hoy Joseph estará en Lourdes. La Virgen tendrá forma de Carla Bruni y acabará con el laicismo.

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