Txaro Arteaga Ex directora de Emakunde
El alarde de Hondarribia, una vez más
Quienes mercadean con los derechos de las mujeres en vez de liderar los cambios hacia una sociedad más justa y se quedan en las mediocres ganancias a corto plazo, no se merecen nuestra confianzaIazko urriaren 12ko istilu lotsagarriak ez eragitea eskatuko nieke ordezkari jakin batzuei. Euren erabakiek izan ditzaketen kalteez hausnartu eta arduraz eta etikaz jokatzea ere exijituko nieke
El pasado lunes, 8 de septiembre, una vez más me acerqué a Hondarribia para apoyar a la compañía Jaizkibel en su reivindicación de un alarde mixto, no discriminatorio hacia las mujeres.
A lo largo de los doce años que dura este conflicto, han sido innumerables los intentos para hacer valer los derechos de las mujeres en esta celebración por parte de personas e instituciones que creemos en la legitimidad de esta demanda.
No es este el momento de entrar en detalles, aunque llegará el día en que la historia pondrá a cada cual en su sitio.
La compañía Jaizkibel, está satisfecha, porque cada vez cuentan con mayor participación, este año pasaron de 250, medio centenar más que en la pasada edición y la resistencia es cada vez menor, a pesar de los paraguas negros, la indiferencia, el desprecio, y lo que es peor los insultos, amenazas, empujones etc, que también los hubo.
Pero han pasado doce largos años. Tenemos leyes para la Igualdad aprobadas por el Parlamento Vasco y por el Español y todavía hay quien alardea de la legalidad por haber conseguido, con trampas, privatizar el acto para poder discriminar.
Pues miren ustedes, llegará el día en que no se pueda discriminar ni en público ni en privado, y vamos camino de ello, aunque desgraciadamente y este es un ejemplo, muy despacio, demasiado despacio.
Hasta hace muy poco tiempo muchos hombres maltrataban a las mujeres en su casa y nadie intervenía porque se consideraba que ello ocurría en el ámbito de lo privado y allí todo era lícito. Afortunadamente, hoy día, hemos conseguido cambiar las leyes, que no las mentes, para que esto no ocurra y cualquiera pueda intervenir denunciando estas agresiones.
Y el maltrato es el penúltimo eslabón de la discriminación contra las mujeres, el último es la muerte, y este año llevamos ya más de 40 según datos oficiales.
Y si no somos conscientes de que la ideología sexista, machista, contraria a la igualdad que sustenta la discriminación hacia las mujeres que se da en los alardes de Irun y Hondarribia es la misma, es el germen que genera esa violencia de género que provoca tantas muertes, no se resolverá ni el problema de los alardes ni el de la violencia contra las mujeres.
Hay quien esgrime para justificar la situación la razón de las mayorías frente a las minorías, habrá que recordar una vez más, algo tan elemental como que esto es válido siempre que todas las opciones sean legítimas y en este caso no lo son. Porque una cosa es la legalidad, en esta caso sexista como la sociedad, y otra la legitimidad.
Imagínense ustedes que la mayoría del pueblo de Hondarribia prohibiera salir en el alarde a un negro, por el hecho de serlo, sería un acto de racismo, y se entendería. Sin embargo si se prohíbe salir a las mujeres, por el hecho de serlo esto no se identificar como sexismo, a pesar de que la Declaración Universal de los Derechos Humanos especifica claramente que no se puede discriminar en función de raza, de religión ni de sexo.
Todavía no hemos avanzado lo suficiente, en nuestras mentalidades. Pero como decía la capitana de Jaizkibel «esto es imparable», aunque para ello hagan falta muchas compañías Jaizkibel y cada vez más gente comprometida.
Por eso no puedo por menos de asistir año tras año perpleja a la indiferencia, cuando no a la beligerancia a favor de la discriminación, de gran parte de nuestra clase política ante este conflicto.
Al alcalde de Hondarribia y a su corporación primeros implicados, y herederos de una gestión anterior nefasta ya le marcó el camino la capitana de Jaizkibel, Garoa Lekuona, al pedirle que actuara con «valentía» para solucionar la situación.
Por otra parte, la presencia Institucional de apoyo viene siendo prácticamente la misma desde hace años, y no hay más que ver la lista de asistentes es más, este año ha sido de las mas exiguas.
¿Qué pasa con nuestros políticos y nuestras políticas que tanta afición demuestran a manifestarse cuando se trata de otros conflictos?
¿Quizá tienen miedo a la factura, en votos, que creen puede pasarles un mayor compromiso con la igualdad?
¿Y los medios de comunicación? ¿No hay más que ver los titulares de la mayoría de ellos, que salvo honrosas excepciones, juegan en el mejor de los casos a una aparente neutralidad que difumina el hecho de la existencia de una flagrante discriminación y da apariencia de normalidad a una situación anormal e injusta, ayudando a que pueda perpetuarse en el tiempo.
Entiendo que no es ajena a todo ello la sistemática amenaza, que me consta, reciben por parte de quienes participan en el Alarde Tradicional.
Todo ello muy comprensible en un mundo en el que los intereses se anteponen a los valores, los ideales, los derechos y la justicia con mayúsculas: pero qué quieren que les diga, quienes mercadean con los derechos de las mujeres en vez de liderar los cambios hacia una sociedad más justa y se quedan en las mediocres ganancias a corto plazo, no se merecen nuestra confianza.
Constato que me estoy haciendo mayor porque mi natural optimismo se esta resquebrajando.