Tras tocar tierra hacia las 07.00 GMT en la isla de Galveston, al noroeste del Golfo de México, el ojo del ciclón siguió por tierras texanas hacia el área metropolitana de Houston, donde dejó a más de cuatro millones de personas sin energía eléctrica y desató numerosos incendios que no pudieron ser sofocados debido a las malas condiciones meteorológicas.

El Centro Nacional de Huracanes (CNH) informó de que Ike iba a entrar de lleno a primeras horas de hoy en el oeste del estado de Arkansas y paulatinamente reduciría su intensidad hasta convertirse en una tormenta tropical, pero todavía con vientos en torno a los 100 kilómetros por hora.

Los huracanes tienden rápidamente a perder intensidad conforme se adentran en tierra, pero en el caso de Ike la re- ducción de la fuerza de sus vientos es muy lenta. Ayer era un enorme ciclón y sus vientos huracanados se extendían todavía a 75 kilómetros desde el centro y hasta 370 kilómetros los de intensidad de tormenta, es decir, por debajo de los 120 kilómetros por hora.

Todo el área metropolitana de Houston, la cuarta más poblada de Estados Unidos con 5,6 millones de habitantes, sufrió lluvias torrenciales y peligrosos vientos huracanados.

La metrópoli, que tenía decretado toque de queda en algunas zonas, recibió el mayor impacto de la tormenta.

La televisión CNN relacionó el huracán con la muerte de tres personas: un niño que fue golpeado por una rama que los vientos arrancaron de un árbol al norte de Houston, un bañista que se ahogó en el mar frente a Corpus Christi y un anciano fallecido durante su evacuación de su hogar en el condado de Brazoria.

Refinerías cerradas

Se temían grandes inundaciones por las marejadas con olas de hasta nueve metros y pérdidas económicas multimillonarias, tanto en tierra como en las plataformas petrolíferas del Golfo de México y las refinerías de crudo del litoral.

Diecisiete de las refinerías de petróleo en la costa de Texas, donde se procesa el 22% del combustible estadounidense, suspendieron sus actividades.

El presidente George W. Bush, expresó su preocupación por el impacto del huracán en los precios de la energía y de los combustible, que «supervisará cuidadosamente», y prometió asistencia inmediata a la zona costera de Texas.

La Asociación Automovilística Estadounidense denunció que el precio medio de un galón de gasolina (3,8 litros) experimentó ayer un aumento de cinco centavos de dólar, para quedar a 3,73 dólares,

En una declaración desde los jardines de la Casa Blanca, Bush afirmó que los servicios de emergencia comenzarían sus tareas tan pronto pasara el peligro y las condiciones meteorológicas lo permitieran.