La coalición pro-occidental ucrania estalla tras la crisis en Georgia
El Parlamento ucranio certificó ayer la defunción de la «coalición naranja» y el divorcio total de sus dos líderes, el presidente, Viktor Yushenko, y la primera ministra, Yulia Timoshenko. La coalición pro-occidental se convierte así en una de las grandes víctimas colaterales de la aún latente crisis georgiana. Las alternativas en Kiev son igual de problemáticas: volver a adelantar elecciones o tratar de forjar una nueva coalición para prolongar la agonía.GARA |
La Rada (Parlamento) de Ucrania certificó ayer la disolución de la coalición pro-occidental en el poder, lo que abre un nuevo escenario en plena pugna geoestratégica entre Occidente y Rusia en el este de Europa.
El anuncio sella el divorcio político entre el presidente, Viktor Yushenko, y la primera ministra, Julia Timoshenko, colíderes de la «revolución naranja» de 2004 que abrió de par en par las puertas de Ucrania a Occidente pero que, con el paso del tiempo, han devenido enemigos irreconciliables por sus ambiciones políticas respectivas.
Timoshenko debería en principio presentar su dimisión y ejercer sus funciones de forma interina hasta la formación de un nuevo gobierno. Así lo estipula el acuerdo de coalición, aunque no establece plazo.
El enfrentamiento entre Yushenko y la primera ministra, probables rivales en las presidenciales previstas a más tardar para principios de 2010, se agudizó al calor de la crisis de la «Guerra de los Cinco Días» en agosto en el Cáucaso Sur.
Mientras el presidente se alineó con Georgia y llegó a amenazar con cerrar a Rusia el acceso a la base de su flota del Mar Negro en Sebastopol, Timoshenko evitó toda crítica a Moscú, lo que le llevó a ser acusada por Yushenko de «alta traición».
A comienzos de setiembre, el bloque Timoshenko se alineó con la oposición para dar luz verde a un paquete de leyes que reducen los poderes del jefe de Estado. El partido presidencial reaccionó anunciando su retirada de la coalición.
Posibles escenarios
El presidente Yushenko amenazó entonces con disolver la Rada y decretar elecciones anticipadas si, como estipula la Constitución ucrania, no se registra oficialmente una nueva coalición gubernamental en el plazo de treinta días a contar desde la ruptura de la actual.
Yushenko trata así de forzar a su rival a sellar un pacto con el mayoritario Partido de las Regiones, de Víktor Yanukovich (175 escaños), lo que sería mal acogido por el electorado anti-ruso y pro-occidental que sostiene a Timoshenko (156 escaños). Es preciso sumar 226 de los 450 miembros de la Rada para formar gobierno.
La alternativa más evocada es la celebración de elecciones anticipadas. El actual y polarizado Parlamento ya surgió de comicios anticipados en setiembre del año pasado. No obstante, ya hay quien ha puesto fecha a la nueva jornada electoral, concretamente el 21 de diciembre.
Yanukovic, quien fuera delfín de Leonid Kuchma, derrotado por la «revolución naranja», ha mostrado su oposición a repetir elecciones. El Bloque Timoshenko evocó una tercera posibilidad: la reedición de un pacto pro-occidental con Nuestra Ucrania de Yushenko (72 diputados) pero con un tercer socio de árbitro, el Bloque de Vladimir Litvin (20 diputados). «En caso de que se diera este milagro, sólo serviría para prolongar la agonía», augura el diario «Gazeta pro-kievski».
El secretario general de la OTAN, Jaap de Hoop Scheffer, declaró ayer que la puerta «está muy abierta» para acoger a Georgia en la Alianza Atlántica y advirtió, en referencia a Rusia, que «no aceptaremos que estos lazos sean saboteados por países terceros».
No obstante, en su segundo y último día de visita a Georgia, De Hoop Scheffer reconoció divisiones en el seno de la OTAN. Y es que el secretario general aliado tuvo que enviar la víspera una nota a la UE minimizando sus críticas al plan de paz firmado por Rusia y Georgia con mediación francesa. De Hoop Scheffer calificó de «inaceptable» que dicho acuerdo permita a Rusia incrementar su presencia en Abjasia y Osetia del Sur.
Con respecto al reconocimiento por Moscú de ambos enclaves, el secretario general de la OTAN reconoció que «no puedo decir que la situación ha facilitado las cosas, pero no nos dejaremos impresionar».
Rusia pidió sin éxito a la OTAN que anulara la visita de los 26 embajadores aliados a Tbilissi. De Hoop Scheffer trató de calmar los ánimos ayer señalando que «castigar a Rusia no es la solución. La solución es ayudar a Georgia», sentenció.
Tampoco se atrevió a presagiar lo que decidirán al respecto los ministros de Exteriores de la OTAN en diciembre, aunque puso el acento en lo acordado en abril. La Alianza abrió las puertas a una adhesión futura de Georgia y Ucrania. Pero Alemania, Estado francés y Bélgica se opusieron a que Georgia recibiera el estatus de MAP (Plan para la futura Adhesión), que le habría dado el estatus formal de candidato. Todo apunta a que Georgia tendrá que esperar mucho, mucho tiempo.