Brown viaja a Belfast para resolver la crisis mientras el laborismo se le rebela en casa
Soledad GALIANA |
Mientras el primer ministro británico, Gordon Brown, estaba en Belfast para intentar forzar una resolución a la crisis del Ejecutivo norirlandés por la transferencia de poderes, en Londres, la crisis estalló en su propio partido. Los ecos de la revuelta de los laboristas contra su nuevo líder han salpicado al Gabinete Brown. David Cairns, secretario de Estado para Escocia, anunció su renuncia al cargo para «permitir un debate sobre el liderazgo» y poder participar en él.
Cairns, ex cura católico que ocupaba su puesto desde 2007, es el primer miembro del Gobierno que deja su cargo después de que diputados laboristas críticos con Brown pidieran la dimisión de éste.
En su carta de dimisión, Cairns se declara laborista convencido y afirma que nunca ha criticado públicamente al Gobierno. Asimismo, asegura que no forma parte de ningún complot contra Brown, pero que sentía que era el momento de «airear» la situación. Cairns trabajó como investigador para Siobhain McDonagh, vice portavoz del Gobierno despedida por sus críticas a Brown.
Se trata del último capítulo de la rebelión iniciada por varios diputados laboristas para exigir una elección a fin de designar al líder del partido.
Previamente, la Ejecutiva del Partido Laborista anunció su negativa a enviar los impresos necesarios para forzar el proceso, como habían solicitado una docena de parlamentarios.
Dos parlamentarios han perdido ya sus puestos en el Gobierno y un tercero ha dimitido porque Brown no somete su liderazgo a votación. Ante este descontento, el ministro británico de Economía, Alistair Darling, pidió a sus compañeros que «apoyen» a Brown por considerar que él es «la persona adecuada para liderar el país».
Mientras la crisis de su Gobierno se agudizaba en Londres, Brown estaba en Belfast, donde se reunió con los líderes políticos para exigirles que decidan la fecha para la transferencia del Poder Judicial y del control de la Policía de Londres a Belfast. Incidió en que una minoría no debería frenar el progreso de la política norirlandesa. «Dudar a estas alturas y perder la voluntad que ha definido vuestro progreso pondría en serio riesgo todo lo que se ha conseguido con el trabajo y sacrificio de más de una década», advirtió.
La mayor oposición a la transferencia se encuentra en el seno del DUP, del primer ministro norirlandés, Peter Robinson.
La visita de Brown se produce dos días antes de la reunión del Ejecutivo norirlandés, que podría ser boicoteada por Sinn Féin en protesta por la negativa del DUP a fijar una fecha para la transferencia. El Ejecutivo de Belfast no se ha reunido en tres meses, concretamente, desde la elección de Robinson.
Por su parte, el primer ministro irlandés, Brian Cowen, reunido con sus diputados en Galway antes de la apertura de las sesiones del Parlamento irlandés tras las vacaciones veraniegas, reiteró la necesidad de encontrar una solución para salir de la crisis política actual en el norte de Irlanda.