El palacio de Versalles acoge algunas de las enormes fantasías de Jeff Koons, cotizado artista neo-pop, considerado como el «rey del kitsch», que en noviembre del año pasado subastó en 23,6 millones de dólares «Hanging Heart», un gigantesco corazón rosa cromado.

Gracias a este ex corredor de Bolsa, el injerto del arte contemporáneo o «arte vivo» en el patrimonio nacional francés, dentro de la tendencia que tanto gusta practicar desde hace varios años al Museo del Louvre y otras instituciones de renombre internacional, dominará en Versalles hasta el 14 de diciembre.

La instalación del artista neo-pop en el territorio de Luis XIV de Borbón (1638-1715) promete ser algo «muy tónico para la vista y estimulante para la inteligencia», según el actual responsable del lugar, Jean-Jacques Aillagon, ex ministro de Cultura y ex director del Palazzo Grassi de Venecia, donde el millonario François Pinault expone su colección personal.

La obra cuenta, entre otras piezas, la monumental escultura floral «Split Rocker», gigantesca cabeza de medio caballo y medio dinosaurio, o medio perro, según se guste, instalada de manera sobresaliente en la Orangerie, entre otras razonas por su gran altura y volumen.

Ésta es una de las 17 obras reunidas en Versalles, a menudo prestadas por sus coleccionistas, que son también los principales mecenas del evento.

El coste de la manifestación ronda los dos millones de euros, de los que solamente 300.000 euros van a ser costeados por el palacio, según el diario «Le Monde».

De Tokyo a Fontainebleau

Por su parte, en Fontainebleau, residencia de François I (1494-1547), pueden contemplarse, hasta el 17 de noviembre, los trabajos de una docena de artistas procedentes del Palacio de Tokio.

Bajo el título «Chateau de Tokyo/Palais Fontainebleau», el castillo de origen medieval y suntuosa decoración renacentista e ilustrada, donde solían residir los reyes del franceses hasta la caída del Segundo Imperio, acoge las obras de Daniel Firman, Urs Fischer, Luca Francesconi, Henrik Plenge Jacobsen, Gianni Motti, Werner Reiterer, Arcangelo Sassolini y Unabomber, entre otros artistas.

Los organizadores han querido «dar a conocer una manera contemporánea de habitar un monumento de historia, con obras que testimonian una presencia fantasmal que reactiva de manera irónica la dimensión histórica excepcional de un gran sitio patrimonial».