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El Holocausto visto desde el otro lado de la valla de un campo de concentración

Mark Herman aterrizó en Donostia para presentar su último trabajo, la adaptación del best seller de John Boyne, «El niño con el pijama de rayas», con la que evitó hacer «otra película más sobre el Holocausto» y se centró en «la vida fuera de las vallas de un campo de concentración».

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Ariane KAMIO | DONOSTIA

El novelista irlandés John Boyne vendió tres millones de ejemplares de su libro «El niño con el pijama de rayas». Tras tres años de trabajo, el cineasta Mark Herman ha lanzado el mismo trabajo a la gran pantalla manteniendo, eso sí, la fidelidad a las ideas principales que se reflejan en la novela.

Bruno es un niño de ocho años que vive en el seno de una familia acomodada. Su padre, comandante del Ejército alemán, es destinado a un campo de concentración donde Bruno conoce a Shmuel, otro chico de sus misma edad que se encuentra prisionero, e intenta comprender cuáles son las razones por las que su amigo está obligado a permanecer allí, con ese pijama de rayas.

Durante la presentación, tanto el realizador -que ha dirigido películas como «¡Qué pasada!» y «Little voice»- como el escritor demostraron la óptima sintonía con la que ambos han llevado a cabo este trabajo. Herman insistió en que su objetivo no fue «hacer otra película más sobre el Holocausto», y guardar el equilibrio con el que el propio Boyne dosifica en su libro las pistas que mantienen la intriga hasta el final y no dejar que, como en las películas de terror, «el monstruo» aparezca hasta alcanzar el momento idóneo.

El novelista, por su parte, afirmó que «si el libro existe como tal, la película también debe existir con independencia», y recalcó que el «entendimiento bidireccional» que ha existido entre los dos creadores contribuyó en que él mismo se diera cuenta de que tenía que apartarse y dejar a un profesional del celuloide hacer su trabajo.

Para el director británico, cuya película llegará a las salas de cine el próximo viernes, lo más atractivo de la novela es «su ángulo singular», es decir, «la vida fuera de las vallas de un campo de concentración, lo que ocurre en el seno de una familia acomodada».

De persona a monstruo

David Thewlis, que el año pasado estuvo en Donostia para presentar la película dirigida por Paul Auster «La vida interior de Martin Frost», vuelve a Zinemaldia interpretando a un comandante del Ejército alemán que está a cargo de un campo de concentración.

Viendo la dificultad que entraña la interpretación del personaje, Thewlis declaró que, tras leer el guión, se situó primero «en la piel de un ser humano, de un padre de familia». «Lo primero que tenía que pensar -dijo- era en un hombre que ejercía como padre de familia y como marido». Después de ello, aseguró, comenzó a centrarse en los «aspectos monstruosos» que ese hombre «familiar» guardaba en su interior.

Thewlis apuntó que tuvo «la gran ayuda» de una biografía escrita por uno de los responsables de Auswitz; un libro donde se refleja «el amor que sentía por su familia» y describe, al mismo tiempo, los horrores que se vivieron en ese campo de concentración polaco.

RETO

Uno de los mayores retos que tenía como objetivo alcanzar el director Mark Herman a la hora de realizar la película fue «superar las millones de películas que tienen en su cabeza otros tantos millones de lectores del libro».

PRESENTACIONES

Boyne acude a Donostia con una agenda muy apretada, ya que el novelista pretende realizar varios actos donde tiene previsto presentar la nueva película y su best seller, que ya ha sido traducido a más de treinta idiomas desde su publicación.

Encontró su recurso principal en su abuela

Vera Farmiga interpreta a la mujer del comandante alemán que, lejos de tener conocimiento de las monstruosidades que su marido encabeza en el campo de concentración, sigue fielmente los pasos a seguir de una familia ejemplar de aquella época.

La actriz, que nació en EEUU, mantiene sus raíces en Ucrania, país que también se vio involucrado en el genocidio que Adolf Hitler lideró contra millones de europeos.

Farmiga describió como «una oportunidad más» la posibilidad de participar en este largometraje pero, sobre todo, le ha servido para «explorar en lo que había escuchado a mi abuela ucraniana sobre el Holocausto» cuando aún era una niña y vivía en una localidad de New Jersey.

«En ella encontré mi recurso principal. Quedó huérfana a los doce años, y en mi personaje reside gran parte de inspiración que procedió de ella», aclaró, al tiempo que añadió que, de su niñez, recuerda una especie de «falta de perdón» que le sorprendió mucho.

Asimismo, apuntó que casi nunca se cuenta la historia de otros países que también fueron víctimas de esas atrocidades, como es el caso de Ucrania o Hungría, y alertó de que hoy en día también existen «muchos holocaustos» que ocurren en diferentes partes del mundo, como en Irak, Darfur o Afganistán. A.K.

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