Engaño y triste final a cuatro años de expectativa
El manifiesto mediante el que el tripartito de Lakua y Aralar instan a los ciudadanos a sumarse a las «iniciativas y demandas que desplieguen los partidos políticos en defensa de la consulta popular ante los foros europeos e internacionales» es el colofón a cuatro años de anuncios de firmeza, de mostrar una supuesta determinación que ninguna instancia estatal podría quebrar, toda vez que contaba con el respaldo popular. Un colofón que deja en evidencia la enorme distancia de los sonoros anuncios de denuncia ante instancias europeas del lehendakari Ibarretxe, antes de conocerse la sentencia del Tribunal Constitucional español, y la nula voluntad de defender con determinación no aparentada lo que en ningún momento había dudado que se materializaría.
El llamamiento del tripartito y Aralar a la ciudadanía se puede calificar de pobre final de una iniciativa que se había presentado como el acceso a la normalización y a la paz y que, indudablemente, había creado cierta ilusión en las bases de los partidos del tripartito e incluso cierta espectativa en las de otras fuerzas políticas independentistas. Ante ese desistimiento de defender lo tan vehemente propugnado, la sensación percibida es, a buen seguro, que se trata de una tomadura de pelo. Y un engaño, pero que puede ofrecer alguna enseñanza. Visto lo que ya era evidente, que el marco constitucional español no ofrece salida alguna a las aspiraciones de los ciudadanos de ningún territorio de Hego Euskal Herria y que, por tanto, su acatamiento no ofrece la más mínima posibilidad a la materialización de esas aspiraciones, sino que las niega expresamente, quienes estaban convencidos de que el camino emprendido por el lehendakari Ibarretxe desembocaba en el derecho a decidir de los vascos y vascas han podido ver meridianamente claro que entre las dos relaciones posibles de Euskal Herria con el Estado español, entre la dependencia y la soberanía, no existe tercera vía alguna.
La determinación que durante cuatro años ha pretendido mostrar Ibarretxe ha tocado a su triste fin, con el lehendakari en un segundo plano y la falta de determinación política del tripartito para defender lo que sus propios miembros propugnan en evidencia.