Koldo LANDALUZE

Sentía una gran curiosidad por este trabajo dirigido por Gabriel Velázquez, un autor curtido en el campo del cortometraje y que, en compañía de Chema de la Peña, llevó a cabo la sobresaliente “Sud Express”. En su debut en solitario, prolonga el estilo legado por aquel fascinante viaje iniciático en ferrocarril que nacía en París y moría en Lisboa. Siguiendo unas pautas que coquetean con el falso documental, coloca su cámara en un momento determinante en las vidas de dos personajes muy dispares y alejados físicamente: un hombre de Vallecas carcomido por la soledad y la incertidumbre que le provoca su inminente jubilación y una adolescente marsellesa que, tras la muerte de su madre, viajará a Madrid en busca de un padre que nunca ha conocido. Las dificultades que surgen para reunir a esta pareja de seres heridos queda bien resuelto en la primera mitad del filme gracias al detalle con el que la trama esboza el perfil de los personajes, sobre todo el que interpreta Francisco Luque; un jubilado que nunca antes había ejercido de actor y que aporta su fuerte presencia física. Lamentablemente, el filme no logra concretar un hilo dramático un tanto disperso y que tiene como intención última la de hacer que entre los dos personajes centrales surja un artificioso parentesco familiar condenado al fracaso. El puntillismo inicial se convierte en un apresurado cambio de registro muy poco acorde con el desenlace de una historia humilde que aspiraba a más.