El proyecto de alta velocidad que, con sus diferentes variantes, se baraja para el territorio vasco suscita desde hace tiempo un debate social que, lamentablemente, no ha encontrado hasta la fecha el eco que merece en los distintos ámbitos institucionales.

El debate se ha visto respaldado por aportaciones teóricas que tienen su origen ya en la universidad ya en organismos que atesoran un grado de conocimiento importante, en buena medida apoyado en las experiencias con el modelo de alta velocidad en otros países. En este sentido, los reproches habituales a los organismos populares a los que desde las atalayas del poder se relega a la categoría de «opositores sin causa» chocan con la evidencia de estudios que discuten la verdad absoluta de los promotores políticos de una infraestructura que el país seguirá pagando muchos años después de que los actuales gestores públicos se tomen un merecido descanso en sus responsabilidades.

A alentar esa reflexión necesaria, que ni puede ni debe acallarse con el ruido de las máquinas excavadoras, llega ahora el pronunciamiento de un grupo de personalidades con reconocida experiencia en el sector económico. Ya me entienden, gentes solventes, que saben mucho de números y cuya estética les sitúa en las esferas de decisión y no en esa calle que se reserva a los enemigos del progreso, ya saben, a gentes que postulan la confrontación de proyectos como modo para resolver controversias y cimentar una democracia ciudadana.

Todo un presidente de honor de la Cámara de Comercio de Baiona, Jacques Saint-Martin, defiende un informe que cuestiona por su coste exagerado un proyecto que, a su entender, causará más inconvenientes que ventajas a este país. A la vista de los muchos datos aportados, no parece demasiado pedir que se abran las puertas a la reflexión, lo que, dicho sea de paso, obliga a los políticos a hacer sus deberes: a estudiar a fondo y desde la exclusiva perspectiva del interés público un proyecto que plantea dudas crecientes en esta sociedad. Que alguien pare la máquina para que se encarrile el debate político sobre el modelo de transporte que precisa Euskal Herria.