Cada día que pasa le resulta más difícil al funambulista Ibarretxe mantener el equilibrio sobre la cuerda que en su propio partido le han ido aflojando bajo los pies, y que amenaza con hacerle caer al vacío si no anda con tiento. A estas alturas todo el mundo sabe ya que su famosa consulta, uno de los principales argumentos del cartel electoral con el que se presentó a los últimos comicios, ha quedado reducida a una iniciativa con nada menos que seis preposiciones: «Manifiesto de (1) demanda de (2) adhesión en (3) defensa de (4) una consulta popular en (5) el País Vasco sobre (6) la paz y la normalización política». Demasiada preposición para tan poco sustantivo.

Ayer el lehendakari -junto a sus consejeros- firmaba ese manifiesto en un acto solemne en Gasteiz, y aprovechaba para intentar recuperar la vertical asegurando que la consulta habría sido «letal» para ETA, acusando a los medios de comunicación de haber trasladado mal su iniciativa a la sociedad y tratando de vender que el conjuro de las seis preposiciones es la panacea para doblegar jueces y sentencias. Pero el colmo llegó cuando pidió a los ciudadanos y ciudadanas valentía para firmar el dichoso manifiesto, la misma que a él le falta para reconocer que ha fracasado, que en su partido le han hecho tragarse el sapo y que con las elecciones a la vista toca plegar velas.