Corea del Norte expulsó ayer a los inspectores de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) del complejo nuclear de Yongbyon y anunció que introducirá en un periodo de una semana material nuclear para producir plutonio, que, a su vez, sirve para fabricar bombas atómicas. Para ello, retiró los precintos y equipamientos de vigilancia colocados por la AIEA.

El año pasado, el Gobierno norcoreano se comprometió a desmantelar este complejo a cambio de un millón de toneladas de petróleo.

En agosto, adelantó su intención de reanudar la actividad en Yongbyon porque EEUU no había cumplido su promesa de retirar a Corea del Norte de la lista de países que «apoyan el terrorismo». Washington dice que lo hará una vez que los inspectores comprueben la información ofrecida por Pyongyang.

Según informó Melissa Fleming, portavoz de la AIEA, a partir de ahora, no tendrán acceso a las instalaciones de Yongbyon, a 96 kilómetros al norte de la capital.

En una primera reacción, la Casa Blanca pidió a Pyongyang que recapacite y dé marcha atrás en su decisión. No obstante, la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, consideró que esta actuación no significa «para nada» que las conversaciones a seis bandas con Pyongyang estén muertas. «Hemos atravesado altibajos en este proceso antes», subrayó. «Todo el mundo sabe cuál es el camino a seguir, es decir, que haya un acuerdo sobre un protocolo de verificación para que podamos continuar avanzando hacia la desnuclearización de Corea del Norte», afirmó. En todo caso, añadió, la vuelta a la actividad nuclear «sólo ahondará más su aislamiento». Por su parte, las autoridades surcoreanas dijeron estar «muy preocupadas».