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El Estado francés, contra Batasuna

Parece que no hay nadie... pero detrás de la puerta se oye a la Policía

Dos periodistas de GARA se acercan a casa de uno de los detenidos, después de no poder confirmar dónde se encuentran su compañera y el hijo de ambos. En el barrio y en los alrededores nada hace sospechar que, a las 6.00, se ha producido una detención.

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Crónica | Testigos de los registros policiales

Iñaki ALTUNA

No se ven ni policías ni vehículos policiales. Ni siquiera la conversación que entablan dos vecinos en la calle muestra indicio alguno. Al parecer, ni se han enterado del operativo.

Los dos periodistas suben hasta el piso donde se encuentra la casa del detenido. Cruzan en el pasillo un saludo con una vecina. Todo parece normal. Tocan el timbre. Nadie contesta... Pero oyen el teclear de un ordenador. Vuelven a tocar el timbre. Hay ruidos, muy tenues, al otro lado. Tras unos seis timbrazos, la puerta se abre y aparecen dos hombres que se identifican como policías y exigen lo mismo a quienes se han presentado sin avisar. Están registrando la casa con absoluta discreción.

Les extraña que los móviles no dejen de sonar. La pareja que habita la casa les explica que aquí se tienen muchos amigos y familia. No les dejan coger las llamadas, aunque una amiga se ha podido llevar al pequeño.

A esa misma casa han llegado también dos concejalas de la localidad. Muestran su protesta por la actuación policial, y al único agente que va encapuchado una de ellas le espeta que así es como los policías españoles torturan a los jóvenes vascos. Quizá no ande muy desencaminada, pues los de la casa creen que ese agente, que permanece todo el registro con el rostro cubierto y sólo habla al resto al oído para que no se oiga su acento, viene del «otro lado». Las ediles se van, y uno de los mandos pregunta si todos los concejales son tan bravos en ese pueblo. Le replican que, si vuelven dentro de seis años, quizá sea el alcalde quien les interpele, pues para entonces la izquierda abertzale estará en el gobierno municipal. No son los únicos comentarios políticos que se cruzan, dentro de la politesse francesa. Pero la cosa no está para debates, ya van siete horas...

La discreción desaparece en Baiona. Ahí hay que registrar la sede de Batasuna, por lo que la presencia policial en la ciudad resulta más que notable, en ocasiones apabullante.

Quienes dirigen los operativos represivos se mueven en esa contradicción: en ocasiones efectúan movimientos muy sigilosos, y en otras entran como elefante en cacharrería. Hace pocos días lo han hecho en Nafarroa Beherea. Se han llevado detenidas a personas de casi 80 años, un ex alcalde, un cura... sólo para retenerlos unas horas en diligencias sin mayor trascendencia. ¿Para qué? La gente en la comarca está que echa humo.

Además, la prensa española se encarga de agitar al máximo el ambiente. Grandes titulares, sea lo que sea. En la prensa francesa, en cambio, silencio. No se da especial relevancia a la operación contra Batasuna. Tiene lógica: París tiene con los vascos un problema de Estado, por esto actúa así; pero no lo quiere reconocer, por eso también le pone cierta sordina.

 

PREOCUPADOS

Los electos Brisson, Borotra (de derecha) y Maitia (PS) mostraron su preocupación por la sitaución que se abre y pidieron que se midan bien las consecuencias de las decisiones.

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