Da la impresión de que el globo que han inflado algunos medios con motivo de la última redada en Ipar Euskal Herria corre serio riesgo de desinflarse y todos los esfuerzos son pocos para mantener el tipo.

Ayer se encargaba «El País» de darle aire al globo en peligro de pincharse. En un editorial titulado «Batasuna, sin burladero» mezclaba churras con merinas para sostener su posición: «La detención en Francia de 14 miembros de Batasuna (...) se produjo pocas horas después de que en el mismo país fueran apresados dos activistas armados de ETA, uno de los cuales era también, hasta su reciente huida, miembro de la Mesa Nacional de Batasuna». Ya empiezan a batir el coctel. Según el editorialista, «la teoría del juez Garzón de que no existe solución de continuidad entre el brazo político y el militar hace tiempo que quedó confirmada en la práctica por las trayectorias personales de varios activistas que pasaron de la Mesa Nacional, e incluso del escaño parlamentario, al comité ejecutivo de la banda; y viceversa. Algunos, como Josu Ternera, hicieron el viaje en las dos direcciones». Si son trayectorias «personales», ¿como llega «El País» a la conclusión de que son trayectorias «colectivas»? Ahora viene lo bueno. No olviden que estamos en 2008: «El principio del fin de ETA, en los años noventa, coincidió con la implicación francesa en la persecución de los activistas en ese país. La ilegalización de Batasuna y sucedáneos en España hizo que también el brazo político trasladara parte de estructura a Francia, donde goza de un estatus legal (...) Esto es una cierta incoherencia en un país que apoyó la declaración de Batasuna como organización terrorista por parte de la UE».

Y después de quedarse con cara de acelga, el hombre saca fuerzas de flaqueza y vuelve a insuflar aire al globo pinchado: «Pero, aunque no la haya ilegalizado formalmente, persigue sus actividades ilícitas: posible implicación en actos violentos en Francia y en movimientos de dinero dudosos. Así, el cerco al brazo político de ETA se extiende también a Francia. Se trata de demostrar a los que venían teniendo un pie dentro y otro fuera de la legalidad que se acabó el burladero». Que la realidad no te estropee un editorial, ¿verdad?