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Raimundo Fitero

Versiones

Hay que saber nadar y guardar la ropa para poder sobrevivir al actual estado de la parrilla de programación televisiva sin perderse en remansos de la corriente que están estancados y donde viven los mayores depredadores o para no caerse por los saltos de caballo que de repente aparecen en las aguas más aparentemente tibias. Así, sin más prejuicio que el silente dolor provocado por la estructural estulticia, cualquier observador extraterrestre podría encabezar su informe con una aseveración acumulativa: la programación televisiva es una acumulación de versiones de los reality shows. Y en el capítulo primero del desarrollo de sus análisis subrayaría: todos gritan.

Los programas de tarde recientemente estrenados por las generalistas son residuos radioactivos colocados en un cementerio audiovisual de los años noventa. Es un retroceso formal, de contenidos y de imaginación que solamente puede llevar a que resuciten los personajes parasitarios de las televisiones. Tertulianos y tertulianas que solamente tienen un valor de mercado. Decir lo que les escriben pero dando la impresión de que se les acaba de ocurrir. O puede ser peor, que las imbecilidades que sueltan se las acaben de ocurrir. Hay que esperar un poco para ver como se asientan las nuevas, viejas, o mixtas propuestas de las generalistas para entender mejor que son apuestas suicidas: ¿de dónde van a salir las moscas que se muevan a esas horas por la misma masa de detritus y soporte esta inflación de voces, gritos y exabruptos?

Por otro lado vemos como la oferta matutina de las mañanas de las mismas generalistas comparte intenciones, formatos y hasta tertulianos. Que, a su vez, pueden ser los mismos que parezcan en los debates de patio de vecindad de las mismas cadena spor la noche. Hasta buscan en los títulos similitudes para la confusión, si uno se llama «59 segundos», el otro se llama «360 grados». El menú de este juego virtual político es el mismo. Todos gritan. Les pagan por gritos emitidos. Los argumentos no importan, porque no los tienen, solamente importa gritar. Cuanto más, mejor, que parezca que va a pasar algo, para que no pase nada. ¿Quién nombra a los tertulianos?

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