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Operación policial contra la pornografía infantil

Más de un centenar de arrestados y miles de menores afectados

Once personas detenidas y otras tres imputadas. Ése es el balance que ha dejado en Euskal Herria la operación policial contra la pornografía infantil que se ha saldado con 121 detenciones y 96 imputaciones en el Estado español. Entre los materiales incautados millones de vídeos y fotografías, algunos de ellos con agresiones sexuales de extrema dureza. GARA ha querido profundizar en la situación a la que se tienen que enfrentar los menores que sufren abusos de este tipo.

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Maider EIZMENDI | DONOSTIA

La Policía española detuvo ayer en Euskal Herria a once personas e imputó a otras tres dentro de la operación denominada «Carrusel». Según informó la Delegación del Gobierno español en la CAV, en Gasteiz ha sido detenida una persona y otras dos imputadas; en los tres registros practicados, la Policía se incautaron de tres discos duros y dos DVD. En Bizkaia se detuvieron a ocho personas y se practicaron registros en Portugalete, Erandio, Basauri, dos en Bilbo y otros tres en Santurtzi.

Los agentes retiraron cuatro ordenadores personales, diez discos duros, 49 discos compactos y dos hojas con referencias a páginas de Internet.

En Gipuzkoa fueron detenidas dos personas y una más imputada, y se realizaron dos registros en Irun y otro en Elgoibar. La Policía intervino en este herrialde un ordenador portátil, tres discos duros, un disco compacto y diez fotografías.

Estas detenciones se engloban en una operación que se ha desarrollado también en el Estado español y en la que han sido detenidas un total de 121 personas y otras 96 han sido imputadas por tenencia y distribución de material pedófilo en Internet.

Según difundieron fuentes policiales en los registros efectuados se han intervenido millones de archivos de vídeos y fotografías, algunos de ellos «con agresiones sexuales de extrema dureza».

Sin dar los nombres ni las iniciales de los detenidos, la Policía se apresuró a dar los perfiles de los acusados. Según informó, todos los arrestados son hombres de todo tipo de edades y profesiones, entre los que destacaban «cuatro profesionales de la docencia -aunque ninguno trabajaba con niños-, estudiantes, informáticos, pilotos comerciales, taxistas, funcionarios y una treintena de desempleados». También se difundió que entre los detenidos consta un miembro del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y un policía.

¿Dónde quedan las víctimas?

A raíz de esta nueva operación, GARA consultó con el sicólogo especialista en victimología Asier Bilbao, para conocer qué tipo de secuelas puede sufrir un menor víctima de este tipo de agresiones. Explica que se ha de tomar muy en consideración la casuística de cada una de las agresiones. «Depende un poco del tipo del contenido de las fotos y la edad de los menores. En el caso de los bebés, si ha sucedido una agresión sexual el daño puede ser más físico que síquico; con niños más mayores el daño podría ser más a nivel síquico», detalla.

Si bien es cierto que cada vez se conocen más casos de pornografía infantil y de agresiones sexuales a menores, afirma que no hay estadísticas exactas que indiquen que haya aumentado el número de este tipo de delitos. «Evidentemente ahora, de un tiempo a esta parte, todo este tipo de violencia que antes no era conocida está saliendo a la luz. La gente dispone de más información, tiene sitios a los que acudir... Lo que no puede saberse es si hoy en día hay más casos que antes, entre otras cosas porque ahora tampoco se denuncian todos los casos. Sí hay algunas estimaciones y se dice que sufren agresiones una de cada cuatro o cinco niñas, pero realmente no conocemos datos exactos. Desconocemos además lo que había hace treinta años, por lo que no se puede realizar una comparación».

Basándose en su experiencia tratando con menores que han sufrido agresiones sexuales, afirma que éstas normalmente se prolongan en el tiempo. «Si un niño denuncia abusos sexuales por parte de una persona muy cercana -se da la circunstancia de que dos de los detenidos producían su propio material y habían fotografiado a dos de sus sobrinos de menos de diez años de edad-, seguro que citará el último episodio, pero normalmente hay incidentes anteriores. El abuso comienza poco a poco, engañándoles, manipulándoles a base de regalos... Cuando el abusador piensa que puede ser descubierto es cuando comienza la presión sicológica, las amenazas... En cuanto al contenido sexual en sí, si no es que el menor haya pasado miedo, los niños no dan el mismo significado al sexo que los mayores. No tienen la percepción de que eso no se deba hacer entre un niño y un adulto».

Sin embargo, insiste en que las secuelas varían mucho según el tipo de agresión que sufre el menor: «No es lo mismo que le saquen una fotografía a que sufra una agresión continuada durante años, en la que el riesgo de que el niño sufra daños es mayor», subraya.

La situación que viene asociada a la denuncia -las declaraciones, exploraciones o el juicio- son en la mayoría de los casos las que más estrés pueden producir en el menor.

En este sentido, subraya que en ocasiones es más importante tratar a los padres y madres de los menores que han sufrido el abuso, porque en muchos casos viven la situación con mucha ansiedad y «puede resultar muy desadaptativo» para el menor. «En todos los casos de abusos hay una víctima primaria, pero evidentemente hay víctimas secundarias», advierte Bilbao.

En cuanto a las intervenciones de ayuda que se realizan con menores que han sufrido abusos sexuales, afirma que éstas varían según la edad y el apoyo que hayan recibido en casa. «Con niños más mayores se pueden hacer intervenciones más conceptuales para tratar sus síntomas y los problemas que pueda tener; con niños más pequeños se realizan intervenciones más simbólicas y sobre todo, funcionan muy bien las reuniones en grupo para romper un poco con el aislamiento y para que vean que no son los únicos a los que les ha pasado eso».

«Piensan que a sus hijos o hijas no les pasará nunca»

Marisa Torrecasana es la responsable de la campaña de nuevas tecnologías de la Asociación catalana por la Infancia Maltratada, cuyo objetivo es incidir, sobre todo, en la prevención: «Partimos de la base de que si todos los usuarios menores conocen cuáles son las consecuencias de tener una navegación insegura, reflexionarán positivamente para no ser tan vulnerables».

Explica que Internet es una ventana abierta al mundo y «por lo tanto beneficiosa», y lo que hay que tener en cuenta es quién hay detrás de esa ventana: «Cuando consultamos información o cuando nos comunicamos tenemos que pensar quién hay detrás y qué intenciones tiene; esto es una cosa que el menor nunca hace». En este sentido, incide también en que los adultos huyen de la tecnología y, «a pesar de que escuchen que hay muchos problemas con la pornografía infantil, piensan que a su hijo nunca le pasará» .

«Para tener una competencia a la hora de utilizar bien el ordenador -prosigue- hay que tener un conocimiento, una habilidad y una actitud. El adolescente no tiene el conocimiento y el padre lo ignora; habilidad tiene el adolescente para utilizar la tecnología, pero no tiene experiencia de vida para valorar los contenidos inadecuados que visualiza; y la actitud, el adolescente la tiene de propiedad hacia el ordenador y los padres tienen una actitud de huida y de rechazo hacia las nuevas tecnologías».

Además de la implicación de los padres y las madres, incide en la necesidad de que se implique las administraciones, la escuela... para enseñar a usar Internet de una manera correcta. M.E.

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