Empate en Ipurua
Tan doloroso como la peor derrota
Un gol del Albacete en el último suspiro y segundos después de que Tokero estrellase un balón en el palo, impiden al Eibar celebrar la victoria. Los azulgranas, que sólo han sumado dos puntos en cuatro jornadas, no pudieron aprovechar su superioridad numérica.
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ALBACETE 1
Amaia U. LASAGABASTER | EIBAR
Frente a la victoria, que se traduce en alegría, o la derrota, que lo hace en desazón, el empate es el resultado de la ambigüedad. Hay puntos que saben de rechupete, otros que se asumen como un mal menor y los hay que se travisten de derrota.
Uno de esos empates tan dolorosos como la peor de las derrotas fue el que firmó ayer el Eibar, al que parece habérsele olvidado ganar. En superioridad numérica durante todo el segundo tiempo, con ventaja en el marcador desde el minuto 55 y con lo que podía haber sido el gol de la tranquilidad estrellándose en el larguero en el último suspiro, los azulgranas vieron cómo volaba el triunfo por el que llevaban suspirando casi un mes en el último segundo de partido. El Albacete casi tuvo que celebrarlo en el vestuario, porque el gol de Belencoso y el pitido final del colegiado se sucedieron en un lapso de escasísimos segundos.
Un resultado que escuece aún más porque confirma la cuesta descendente de la que el Eibar no consigue salir. Tras un espectacular arranque liguero, el conjunto guipuzcoano se ha atascado. Dos empates en Ipurua y dos derrotas a domicilio le han impedido sumar más de dos puntos en las cuatro últimas jornadas, lo que le va a obligar a pelear con los equipos de la zona baja mucho antes de lo deseable. Y también a dar el do de pecho la próxima semana frente, a la espera de lo que suceda hoy, al líder de Segunda.
Un rival sin duda complicado, como también lo fue el Albacete. El equipo de Juan Ignacio Martínez dejó muy buena impresión en Ipurua, donde no sólo superó a su anfitrión en diferentes fases del partido -al menos mientras se mantuvo la igualdad numérica-, sino que realizó toda demostración de fe, manteniéndose vivo cuando peor se le pusieron las cosas. Por desgracia, tuvo premio.
Los manchegos, de hecho, se vieron muy cómodos en un primer tiempo en el que al Eibar le costó asentarse. El nudo del centro del campo impedía que el juego fluyese, sobre todo por parte local aunque, curiosamente, dos de las mejores ocasiones llegaron por su lado. Por ejemplo la de Cases, que abría el fuego con un disparo raso que Jonathan detuvo en dos tiempos. Respondió Iker Begoña con un cabezazo que se marchó fuera por poco.
El partido empezó a romperse en la recta final del primer tiempo. Primero fue Tarantino el que vio la segunda amarilla y dejó a su equipo con diez y, en el segundo anterior al descanso, fue Paco Sutil el que estuvo a punto de adelantar al Eibar, con una falta que habría terminado en la escuadra de no ser por la palomita de Jonathan.
Zigor no quiso ser menos y, a los cuatro minutos de la reanudación, también se lucía ante otro remate de Begoña. El gol acabó por llegar en el 55, con una bonita jugada de Álvaro Martínez y Yagüe que, Lombraña, pese a la falta de costumbre, resolvió a la perfección.
Pese a la ventaja, en el marcador y sobre el césped, al Eibar le costó mucho sentirse cómodo ante un Albacete que nunca arrojó la toalla. En la recta final, con todo, la sentencia parecía más cercana que el empate, gracias a las contras que, aprovechando la entrada de los hombres de refresco, pusieron en muchos apuros a Jonathan.
Tokero estuvo a punto de anotar el 2-0 en el descuento pero, cuando parecía que con ese balón al palo se acababa el partido, Belencoso convirtió Ipurua en un funeral.
En una sala de prensa repleta de rostros cariacontecidos -por parte azulgrana, obviamente-, Carlos Pouso lamentó un «castigo muy grande» a la ambición de su equipo.
«Hemos jugado como si fuéramos con empate a cero, pero el castigo ha sido muy grande. Podíamos haber sido más conservadores -admitió- pero prefiero que nos pase por eso que por estar con diez colgados del larguero, que también puede pasar».
El técnico también quiso sacar la cara a sus jugadores «porque lo han puesto todo para ganar. Lamentablemente, no ha bastado».
A.U.L.