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Goleados e inoperantes

Bochorno rojiblanco en el Pizjuán

Los vizcainos no se sobrepusieron al grave error de Balenziaga en el primer tanto y ofrecieron una pobrísima imagen frente a un rival que dio la impresión de jugar a medio gas. Para certificar una tarde negra, Javi Martínez se produjo un esguince en su rodilla izquierda.

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SEVILLA 4

ATHLETIC 0

Beñat ZARRABEITIA | BILBO

Afortunadamente para ellos, debido a la absurda guerra entre las operadoras de televisión, fueron muchos los aficionados del Athletic que se libraron de padecer el nefasto partido que protagonizó ayer su equipo en Sevilla. Los rojiblancos, muy flojos en defensa, tácticamente superados e inoperantes en ataque fueron goleados por un Sevilla que no necesitó forzar la máquina para conseguir semejante renta y cerrar un pésimo fin de semana para los equipos vascos en el Sánchez Pizjuán.

Con un importante calor, algo habitual en aquellas latitudes, el bochorno se empezó a cocer con un planteamiento más que discutible. Caparrós optó por situar dos delanteros, pero Vélez empezó en el banquillo y para sorpresa general fue Javi Martínez quien acompañó a Llorente. Extrañísima decisión por parte de un técnico que aceptó sin rechistar el traspaso de Aduriz o que el sábado dejó a otro `nueve' como Iñigo en casa. Huelga decir que el experimento, al igual que otros como ubicar a Gurpegi de lateral, no dio resultado.

Durante los primeros 25 minutos, sin ofrecer nada especialmente destacado a excepción de una buena internada de David López por la derecha, los bilbainos mantuvieron el tipo. Enfrente, los hispalenses, muy tranquilos, se dedicaron a esperar el momento oportuno. Antes de que llegase el primer golpe, Iraizoz tuvo que emplearse a fondo para detener un cabezazo.

El frágil castillo de naipes rojiblanco se vino abajo cuando Balenziaga, en un pecado de juventud y ausencia de concentración, se dejó robar la cartera por Navas al borde del área. El extremo cedió ipso facto a Kanouté para que marcase y, en la práctica, cerrase el partido.

Flagrante error de un futbolista que había cumplido con creces en los cuatro partidos precedentes. Claro, que el fallo en un entorno acostumbrado a pasar del blanco al negro con una facilidad pasmosa, puede alimentar más el debate del lateral izquierdo. Controversia aderezada con el inexplicable caso de Koikili.

El Athletic ya no se repuso del golpe. A Balenziaga le tocó aguantar como pudo el toreo de Navas, clásico futbolista español de siempre. Es decir, habilidoso, frágil física y mentalmente y con tendencia a crecerse cuando la cosa va bien y a desaparecer cuando se tuerce el panorama. Espoleado por el resultado y la bisoñez de su marcador, se gustó en ese contexto. De sus botas llegó el segundo tanto también.

Centro y remate a placer de Renato casi en el área pequeña. Ante la mirada de Iraizoz y entre medias de los dos centrales. Ambos le superan en centímetros y fuerza, pero su inicio de curso está siendo desalentador y eso se nota cada vez más.

El partido ya estaba finiquitado. En el descanso, Caparrós sacó a Susaeta -otra vez, sorprendente reserva- y varió su estrambótico planteamiento inicial. Colocó a Yeste como mediapunta y retrasó a Javi Martínez a la medular. Poco después, Vélez sustituyó a Llorente.

El de Tafalla tuvo la única, y por consiguiente, mejor ocasión vizcaina. Pero, tras regatear a Palop, Squillaci estuvo acertado para evitar su tanto. El acortar distancias hubiera metido a los rojiblancos en el encuentro, pero el Sevilla daba la impresión de estar dejando hacer para luego rematar a la primera opción clara que tuviese. Así fue.

Hay tardes en las que todo sale torcido y para certificar un día negro, llegó la lesión de Martínez. Pendiente de más pruebas, tiene un esguince en su rodilla izquierda y se retiró con evidentes síntomas de dolor.

Aunque se podría denominar «minutos de la basura» a todos los inmediatamente posteriores al primer tanto, fue en el último cuarto de hora cuando más visibles se hicieron. En ese tramo, el Sevilla logró cerrar la goleada. Primero, con una contra de libro sellada por Adriano. Después, Chevantón se aprovechó de un clamoroso fallo de Amorebieta para definir en el área pequeña. Demasiadas facilidades.

Lamentable imagen, que no se podrá borrar hasta dentro de dos semanas, para comenzar el particular Everest rojiblanco.

Joaquín Caparrós, sin «nada que objetar» al cómodo triunfo de su ex escuadra

El técnico rojiblanco compareció cariacontecido ante los medios de comunicación. En un entorno benévolo con su figura, medios y afición sevillista le tienen en gran estima, pudo explayarse sobre las virtudes de los hispalenses y prácticamente sólo habló del Athletic cuando se lo requirieron los medios vascos presentes en el Pizjuán.

Sobre el encuentro de ayer, el utrerano aseguró que «el primer gol ha llegado cuando mejor estábamos. Los primeros 25 minutos el equipo estaba a gusto, con posesión, bien en defensa, pero llegó un error que no se puede cometer ante ningún equipo, pero menos ante un Madrid, Barcelona o Sevilla». No se acabaron ahí las flores hacia el que fue su equipo durante cinco años, ya que también indicó que «el Sevilla tiene un grandísimo equipo que junta hambre y calidad».

El preparador del Athletic, que dijo que no tenía «nada que objetar» al triunfo andaluz, subrayó que «a partir de ahora ya hay que pensar en el siguiente partido -frente al Barcelona en San Mamés-. En esta liga hay mucha igualdad. Hay un escalón de seis o siete equipos y los demás debemos trabajar por sumar los máximos puntos posibles».

Por su parte, Manolo Jiménez se mostró satisfecho con el rendimiento de sus pupilos y destacó el «buen rollito» existente en el vestuario. Ambiente que ha llevado a ser el primer entrenador de la historia del Sevilla en sumar 11 jornadas consecutivas sin perder.

B.Z.

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