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El Racing se llevó los tres puntos sin merecerlo

Una derrota que escuece de lo lindo

Otro partido sin acabar con once ni rascar bola. Plasil fue expulsado por unas manos dentro del área pero, pese a su inferioridad, los rojillos no merecieron perder en el descuento. Son ya unas cuantas veces en las que sucede algo parecido. La victoria sigue sin llegar.

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OSASUNA 0

RACING 1

Natxo MATXIN | IRUÑEA

A perro flaco todo son pulgas. Osasuna enfiló ayer el primer tramo de lo que puede ser la repetición de los vericuetos por la que tuvo que transitar la pasada temporada, flanqueado por colegiados con muchas ganas de penalizar a los de la elástica roja y por castigos de última hora en forma de goles decisivos.

Factores externos algunos de ellos que, aunque injustos, no pueden ocultar una realidad evidente. La escuadra navarra sólo ha sacado adelante uno de los ocho últimos encuentros ligueros que ha disputado en El Sadar. Cifras demasiado aplastantes como para recurrir únicamente a la mala suerte o los errores arbitrales.

Por seguir en la línea de abogado del diablo, el equipo no carburó ni siquiera cuando estuvo en igualdad numérica, a diferencia del día del Deportivo, en el que sí generó un buen número de ocasiones. Sólo un defensa, Roversio, inquietó la meta de un desafiante Toño durante la primera media hora. Fue lo único significativo de un conjunto que debía haber puesto más de sí, partiendo de la base de que es de los pocos que todavía no conoce la victoria.

A partir de ahí, nada que objetar. Más bien lo contrario. Con un penalti parado, amén de un jugador menos rozando el descanso y toda una segunda parte por delante, los de Ziganda se mostraron más compactos, unido al conservadurismo de un Racing que en el descuento obtuvo un premio del que no se había hecho acreedor.

Es más, los locales llevaron más peligro con 10 que durante toda la primera mitad y, en el otro lado de la balanza, su rival, que inquietó mínimamente en los veinte minutos iniciales, no se atrevió a dar un paso adelante estando en superioridad. A la vista de los méritos de uno y otro, lo más justo hubiera sido un empate a cero, pero la lógica no es un elemento aplicable al mundo del fútbol.

Rubinos entra en acción

Hace ya tiempo que dejó de ser casualidad el que los trencillas traten de doctorarse en autoritarismo desmedido cuando visitan El Sadar. Da la impresión de que más de uno se lo toma como una especie de examen en el que demostrar que no se dejan amilanar por el ambiente reinante y es cuando se pasan al extremo contrario, castigando sin consuelo al anfitrión.

Rubinos Pérez no se equivocó en el penalti y la expulsión de Plasil. El checo tocó claramente con las manos dentro del área y una reciente circular arbitral decidió que ese tipo de jugadas -que el balón impacte con las manos aunque hagan las veces de protección- debían ser castigadas con roja directa.

Es el reglamento y lo único que se puede poner en cuestión es si ya no es suficiente castigo con pitar la pena máxima. Eso y la eterna cantinela de siempre, comprobar si Rubinos Pérez hubiera sido tan valiente de darse la misma circunstancia en el área de uno de los equipos grandes del campeonato.

Una vez dejado claro esto, al colegiado madrileño lo que sí se le puede y se le debe echar en cara es que se pasó más tiempo preocupado de no recibir quejas -algunas de sus amonestaciones fueron precisamente por protestar- que de velar por la integridad física de los jugadores. Tuvo arrestos para amonestar a quien osó levantarle la voz, pero no ejerció parecido mando cuando Navas le dio un codazo a Nekounam dentro del área o las piernas de algunos rojillos sufrieron las «caricias» visitantes.

Gritos contra Ziganda

Y como en el fútbol lo que realmente manda es el resultado, con la consecución del 0-1 de Valera, todas las miradas, o mejor dicho las quejas, se dirigieron hacia el banquillo osasunista, siendo Ziganda, una vez más, el blanco de las críticas, solicitando su marcha, acallada instantes después por los gritos de «Osasuna, Osasuna«.

El de Larraintzar ya había sido objeto de silbidos cuando al cuarto de hora de la reanudación decidió cambiar a Delporte por Juanfran, con la intención de colocar en el campo savia nueva para el ataque.

Ziganda: «Un palo grande, nos hemos quedado jodidos»

Tocado por la derrota a última hora, José Ángel Ziganda no ocultó su preocupación por lo que se avecina para los próximos días, toda vez que al haber parón de liga tendrá que aguantar un chaparrón más prolongado de críticas hasta intentar cobrar la primera victoria liguera, dentro de quince días en El Molinón.

«Nos hemos llevado un palo grande después de que el equipo haya trabajado muy duro y tuviéramos el partido controlado e incluso creándoles algún que otro susto estando con uno menos en el campo. Nos hemos quedado jodidos, la verdad», acertó a decir el míster rojillo.

El Cuco había comentado antes del partido que tenía las llaves para conseguir la primera victoria y un compañero le preguntó sobre si aquéllas se habían perdido tras el 0-1 final. «Hasta la expulsión tuvimos la llave, y aún tras ella, el equipo se mantuvo ordenado y defendió bien, con algunas contras peligrosas. La verdad es que no he visto mal a los míos pese a haber jugado bastante tiempo con uno menos», aclaró.

El de Larraintzar también tuvo que hacer frente a la esperada pregunta sobre los pitos recibidos por el público con el cambio de Juanfran y los gritos pidiendo que deje la dirección de la escuadra navarra. «La afición es soberana y tiene derecho a opinar. Buscábamos más físico y frescura arriba, por eso metí a Delporte. Todo es opinable y respetable», comentó sin salirse del guión esperado.

Para finalizar, el técnico volvió a insistir en el habitual mensaje de no dejarse llevar por la derrota bajando los brazos. «Es verdad que esperábamos más, pero estamos empezando. El juego del equipo da para estar más arriba en la clasificación, pero no podemos bajar porque nos pisarán y hay que sacar esto entre todos».

N.M.

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