Eguiguren defiende que el «arreglo» pendiente parta de los derechos históricos
Jesús Eguiguren presenta hoy un nuevo libro en el que reitera su tesis: el conflicto no tiene solución definitiva, pero sí caben «arreglos», entendidos como «procesos graduales que puedan llevarnos al acuerdo pendiente». Tras bucear en los siglos XIX y XX, el que fuera negociador con la izquierda abertzale defiende que cabe un arreglo «partiendo de la Constitución», y más en concreto de la Disposición Primera sobre los llamados «Derechos Históricos».
Eguiguren presentará hoy en Donostia otro libro en torno a un mismo concepto: la necesidad de «arreglo». Hoy presenta en Donostia «El arreglo vasco» (editorial Hiria), una tesis doctoral basada en el análisis de los fueros y las constituciones en los siglos XIX y XX, y del que se desprende una conclusión clara: Euskal Herria tiene un problema político prolongado en el tiempo y que sigue vivo, también después de 1978.
A falta de resolución definitiva, opción que el presidente del PSE cree directamente que «no existe», aboga por explorar la vía del «arreglo» temporal, es decir, de «procesos graduales y concretos que pueden llevarnos un día al acuerdo foral pendiente, entendido como la convivencia armónica de lo particular y lo general, donde nadie vea el particularismo y la aspiración a la máxima autonomía como un peligro, ni nadie vea a la Constitución como una imposición».
Las conclusiones de su repaso histórico dejan claro que Eguiguren no tiene una fórmula definitiva para el momento actual. Se pregunta, en concreto, si la Constitución de 1978 es válida para el arreglo, «teniendo en cuanta que, a pesar de la amplitud del autogobierno logrado, el País Vasco sufre una falta de consenso político y una gravísima crisis de convivencia. La respuesta no parece tan sencilla», se responde el líder del PSE.
La ley y la «voluntad política»
En el libro, Eguiguren no llega al nivel de definición de las «Bases para un arreglo» incluidas en otro libro de 2003. Unas bases que fueron leídas con mucho interés por la izquierda abertzale y que estuvieron sobre la mesa durante años y años de diálogo secreto en busca de un proceso de resolución. Ahora, Eguiguren vuelve a admitir que hay una «cuestión pendiente», pero no expone una hoja de ruta tan concreta para afrontarla. Sólo apunta cuál es su camino: «El retorno al espíritu del pacto, compromiso y compatibilidad que buscaba la ley de 1839, que no fue respetado en la Ley de 1876 y que, sin embargo, sí es posible aplicar partiendo de la actual Constitución española», indica en la última de sus veinte conclusiones.
En concreto, esta receta Eguiguren -en realidad el trabajo fue realizado en 2003 aunque se publique ahora- destaca la virtualidad de dos disposiciones de la Constitución: La Derogatoria número 2, que da carpetazo a aquellas leyes de 1839 y 1876 criticadas por los abertzales, y sobre todo la Adicional Primera, que establece que «la Constitución ampara y respeta los Derechos Históricos de los territorios forales. La actualización general de dicho régimen se llevará a cabo, en su caso, en el marco de la Constitución y los Estatutos de Autonomía». «A nuestro entender -afirma el autor en plural pese a que el libro sólo lleva su firma-, la solución a los problemas existentes está encerrada en esa Disposición Adicional Primera y Disposición Derogatoria Segunda de la actual Constitución. Debería ser posible, partiendo de ellas, realizar el `arreglo foral' que no fue posible en 1839 ni 1876».
Resulta llamativa la defensa que Eguiguren hace de aquella supuesta confirmación de los fueros de 1839, que incluía la coletilla del «sin perjuicio de la unidad constitucional» que la vaciaba de contenido en la práctica y que desde una perspectiva abertzale siempre ha sido situada como el «cerrojazo» al derecho a decidir. El jeltzale Joseba Egibar afirmaba hace poco que el reciente auto del Tribunal Constitucional contra la consulta y su consideración de que la única soberanía es «la del Pueblo Español» no supone sino la actualización de aquella ley de 1839. Eguiguren, por contra, defiende que aquel texto no era negativo, pero admite que su aplicación fue centralista y enquistó el problema. Y cree que esto mismo pasa hoy día: «La solución no depende tanto de una ley o una constitución, sino de la capacidad y voluntad política de los llamados a aplicarla».
El retorno de Eguiguren a la luz pública, tras el silencio mantenido durante el proceso de negociación, ha provocado el revuelo que cabía esperar. El sábado, en Radio Euskadi, el líder del PSE se limitó a indicar, midiendo mucho las palabras, que en un futuro podría haber nuevos procesos de paz en condiciones diferentes. El PP no tardó en exigir una rectificación. Cuentan que el ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, que presidía un desfile de la Guardia Civil en Santander, tuvo que pedir ayuda a los periodistas para que concretaran qué había dicho Eguiguren exactamente. Y oyó la cinta, porque anteayer, preguntado por el tema, Rubalcaba recalcó que el conjunto de la frase de la que se extrajeron titulares algo forzados «dura 50 segundos». Así las cosas, Eguiguren remarcó ayer en Euskadi Irratia que está con la línea fijada por el Gobierno español y que la interpretación del PP ha sido «manipuladora».