``La importancia de la reinserción al mundo laboral de las personas con VIH: escenario actual, barreras y elementos facilitadores''. Es el título de la exposición que ayer protagonizó Arrate Agirrezabal en el marco del arranque del XII Congreso estatal sobre Sida.

Es sabida la discriminación social que persiste hacia las personas con VIH, pero también existe una discriminación laboral quizá menos perceptible.

Como dices, en primer lugar es importante señalar cómo las personas con VIH encuentran dificultades en todos los ámbitos de sus vidas, sea en el personal, el laboral, el social, siendo un aspecto muy significativo la invisibilidad forzada a la que se ven condenadas. Hoy en día, son todavía muy pocas las personas con VIH que pueden decir libremente su condición sin tener miedo a la discriminación que recibirán como respuesta. Así que en este escenario, en lo que al contexto de trabajo se refiere, se observa también, tanto entre las personas que se encuentran trabajando como entre las que no y desearían volver a hacerlo, un miedo importante al descubrimiento de la condición de VIH en el trabajo, además de miedo a la discriminación.

Y es más, en el caso de las personas que trabajan, observamos cómo éstas tienen dificultades para hacerse cargo de sus requerimientos de salud, como poder ir a las revisiones médicas o incluso poder tomarse la medicación con normalidad. En definitiva, que son los mismos prejuicios y estereotipos que siguen aún asociados con el VIH el principal problema hoy en día en el contexto de trabajo.

¿Ha cambiado algo durante estos años la actitud de los compañeros de trabajo respecto a una persona con VIH?

Creo que podemos relacionar la actitud de los compañeros con lo antes señalado, es decir, con la supervivencia de estereotipos e ideas erróneas que están por tanto en la base de cualquier acción discriminatoria. Esto es lo que podemos intuir, porque no existen estudios que hayan atendido en profundidad esta cuestión. En este sentido, parece una labor importante el trabajo de sensibilización que se puede hacer con los trabajadores, puesto que en la medida que conozcan estas situaciones, estarán también más abiertos a la posibilidad de compartir espacio de trabajo con una persona con VIH y serán más flexibles si se da el caso.

¿Y cuál es, por su parte, la visión de los empleadores, de los empresarios?

En nuestra investigación con una pequeña muestra de personas empresarias, observamos cómo éstas manifiestan la escasez de información al respecto del VIH en el entorno de trabajo. Si bien en las empresas consultadas no se solicita el certificado de padecer una enfermedad infecto-contagiosa, sí se reconoce que en algunos casos, la contratación está supeditada a pasar el reconocimiento médico.

¿Establece algo la legislación laboral en este terreno? ¿Tienen estas personas alguna obligación de declarar su enfermedad?

No. No existe legislación específica al respecto, y en este sentido, según la ley las personas con VIH tienen los mismos derechos y deberes que el resto de la ciudadanía. En lo que a la declaración de enfermedad respecta, no existe exigencia legal de comunicar la misma, ni a empleadores ni a compañeros.

Lo que ocurre es que no existe legislación específica, pero sí existe normativa referente al colectivo de personas con minusvalía, respecto a la inserción laboral de las mismas. Sin embargo, el problema derivado es que el utilizar la condición de minusvalía supone en muchos casos el hacer visible a la fuerza tu condición VIH, pues en muchas ocasiones las empresas exigen el último papel del certificado de minusvalía en el que pone tu condición. Así que se trata de algo viciado que en el fondo sirve para poco.

Laboralmente hablando, habrá también diferencias entre los problemas a los que se puede enfrentar un portador del virus a un enfermo que ha desarrollado ya la enfermedad.

Es que una persona con VIH, en la actualidad en Euskadi, puede llevar una vida laboral normalizada en la mayor parte de los casos. Los tratamientos han contribuido a que esto sea así. Y en cuanto al diagnóstico de sida es una cuestión muy confusa. No todas las personas que tienen un diagnóstico han dejado de tener capacidad para trabajar, pues es una clasificación que una vez te la dan, la mantienes. Pueden tener posibilidad de volver a trabajar si con la medicación han alcanzado niveles óptimos de calidad de vida.

¿Y cuál es la actitud con la que encaran estas personas el seguir desarrollando su vida laboral de manera normal o querer reincoporarse a un trabajo?

En nuestro estudio, la mayor parte de las personas con VIH se encuentra en situación de desempleo, hasta un 54%. Si bien, de las empleadas, y en aquellas diagnosticadas en los noventa, la mayoría ha trabajado antes, durante y después del diagnóstico del VIH. Y respecto a las no empleadas, la mayor parte desean volver al trabajo, aunque mencionan los miedos antes comentados a la discriminación y al descubrimiento de la condición VIH, además de en algunos casos, la ausencia de formación necesaria para el trabajo derivada de largos periodos de desempleo.

¿Qué medidas se pueden poner aplicar para facilitar esa asunción normalizada de la enfermedad en el mundo laboral?

Medidas que podrían ponerse en marcha hay muchas. Desde adaptación de puestos a requerimientos de salud, flexibilidad, formación a personas con VIH y reciclaje en algunos casos, formación en las empresas tanto a empleadores y empleadoras como a trabajadoras... Medidas hay, mil, el problema es que todavía queda lejos para que se vayan a poner en práctica.