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Crónica | Con los padres y madres de los detenidos

«Nuestros hijos les eran muy molestos y sufrían un incesante acoso policial»

Los tres jóvenes de Iruñea encarcelados el sábado por Grande-Marlaska sufrían un intenso acoso policial desde hacía meses o años por su trabajo en el movimiento popular. «La Policía Municipal tenía especial fijación con mis hijos. No había mes que no se llevaran cuatro o cinco multas sin motivo», denuncia el padre de Ibai Azkona.

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Asier VELEZ DE MENDIZABAL

Los jóvenes iruindarras Gorka Sueskun, Ibai Azkona e Iker Araguas, que el pasado sábado fueron enviados a prisión incomunicados por el juez Fernando Grande-Marlaska y que ayer denunciaron torturas una vez les fue levantada la incomunicación, son personas muy conocidas en sus barrios por su compromiso político y social, algo que los había llevado a convertirse en el centro de atención policial ya antes de esta redada.

Sus familiares más cercanos se sentaron con GARA en la noche del jueves, días después de haber denunciado los registros pero todavía sin haber podido hablar con los jóvenes. Unos jóvenes que padecían hace años un intenso control por parte de la Policía Municipal de Iruñea, que se traducía en multas, identificaciones y registros. «Mis hijos se han llevado cuatro o cinco multas al mes por la cara, en la mayoría de los casos sin ningún tipo de justificación. Han estado realmente machacados», apunta Jokin Azkona, padre de Ibai Azkona y de Aritz, sobre el que en estos momentos pesa una orden de búsqueda y captura de la Audiencia Nacional española.

Añade que en ocasiones los agentes municipales llegaban a inventarse las multas. «Una vez pararon a Aritz cuando circulaba en coche y le pidieron los papeles. Entonces, se quitó el cinturón de seguridad para coger- los de la guantera, y entonces le dijeron que le iban a multar por no llevarlo puesto», narra Jokin como ejemplo.

El padre de Gorka, Patxi Sueskun, también recuerda cómo en una ocasión los jóvenes se encontraban charlando en la puerta de casa con el coche aparcado en doble fila. «Apareció un coche de los municipales, y en cuanto vieron de quiénes se trataba enseguida redujeron la marcha y empezaron a mirarles con cara desafiante. En aquella ocasión no les multaron porque rápidamente yo me acerqué a ver qué pasaba».

En ese sentido, Azkona apunta directamente al porqué de esas actuaciones: «Eran unos muchachos muy molestos por su trabajo y compromiso con el pueblo vasco, y llevaban ya tiempo queriéndoselos quitar de en medio. Al final, parece que lo han conseguido».

La etiqueta de «pertenencia a Segi» les ha bastado.

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