Han pasado ya cinco años desde que el 9 de octubre de 2003 Ficoba abrió sus puertas con el objetivo de promocionar y potenciar el intercambio socio-económico transfronterizo, recuperar el área de Txingudi y convertirse en un escaparate para las PYMES de la denominada eurociudad Bayona-San Sebastián.

Han sido cerca de 1.825 días de trabajo en los que el recinto ferial ha culminado su fase de lanzamiento con unos resultados más que positivos, que han consolidado a Ficoba como un proyecto capaz de impulsar iniciativas en torno a la actividad ferial, congresual y el turismo de negocios, desde Irun para toda Gipuzkoa. Se han celebrado 63 ferias y 500 eventos que han contado con 400.000 visitantes. Unos datos a los que podríamos añadir otros como los del impacto económico en el entorno, que en el período 2003-2008 ha ascendido a cerca de 27 millones de euros.

No cabe duda de que las cifras son importantes y que constituyen un termómetro apropiado para valorar el desarrollo de cualquier proyecto. Sin embargo, una buena parte de la aportación de Ficoba en estos cinco años se podría clasificar en el epígrafe de los intangibles, de esas cualidades no evidentes, pero que esconden un alto valor añadido.

En este sentido, resulta imprescindible dar visibilidad al hecho de que Ficoba, a diferencia de otras infraestructuras que cuando nacen reubican actividades ya existentes, ha impulsado hasta ocho certámenes comerciales de nueva creación, ideados, promovidos y desarrollados por la propia Fundación Ficoba. Ahí están Abla, Bioterra, Construcoba, Equipa, e-xpologística, Ficoauto, la Feria de Navidad de la Costa Vasca y Mendiexpo; actividades nuevas, sin tradición en el entorno, por tanto, actividades realmente «añadidas» a la economía de Gipuzkoa.

Por otra parte, hoy que tanto se habla de la importancia de las personas y de su aportación al progreso de cualquier territorio, quisiera hacer recapacitar sobre el hecho de que la existencia de Ficoba ha generado un grupo de profesionales especializados en la gestión de eventos feriales. Dicho en otras palabras, la existencia de Ficoba ha permitido profesionalizar el sector ferial en Gipuzkoa y al mismo tiempo ha posibilitado que, paso a paso, se esté extendiendo la cultura ferial.

En cierto sentido, estos cinco años han servido también para hacer pedagogía. Resulta curioso leer informaciones periodísticas anteriores a la inauguración de Ficoba y compararlas con las que nos ofrecen los medios de comunicación en la actualidad. Términos inusuales hace unos años en las crónicas como «perfil del visitante», «densidad de tráfico», «calidad del visitante», «actividades paralelas», etc. son habituales hoy en día. Puede parecer pretencioso a unos o baladí a otros. Sinceramente, creo que la utilización de esos conceptos trasluce un verdadero cambio en la forma de entender la actividad ferial que ha iniciado un camino sin retorno en Gipuzkoa hacia la profesionalización como única forma de ser realmente un instrumento eficaz para las empresas y la economía del Territorio.

Tras cinco años de actividad, Ficoba ha culminado una etapa; ha dejado de ser un proyecto para transformarse en una realidad aunque, reconozcámoslo, un tanto peculiar. A diferencia de otros proyectos de envergadura, el Recinto Ferial no está ubicado en Donostia-San Sebastián, sino en un extremo del Territorio, en Irun. La elección del emplazamiento atiende a la lógica de la identidad transfronteriza que dio origen a un proyecto que, a día de hoy, es la única realidad de cooperación transfronteriza plasmada en una infraestructura en cuya gestión participan, además, instituciones de ambas orillas del Bidasoa.

A los que día a día hacemos posible Ficoba nos gusta pensar que éste es un proyecto de largo recorrido que tiene por delante retos apasionantes. Tenemos varios frentes abiertos. En el ámbito ferial nos corresponde dar con los contenidos y formatos que permitan mantener el dinamismo de este mercado. Pero creemos que Ficoba por ubicación, dimensión y experiencia puede jugar también un papel en otro ámbito no menos importante como es el impulso del denominado turismo de negocios en la zona de Bidasoa-Txingudi, contribuyendo así a generar un mapa turístico equilibrado en Gipuzkoa.