Segunda sorpresa y segunda victoria consecutiva para Fernando Alonso, que se adjudicó el Gran Premio de Japón. Con mucha menos intervención de la fortuna que en Singapur, el piloto asturiano aprovechó la mala salida de Lewis Hamilton y una buena táctica de paradas para acabar en el primer peldaño del podio.

Le acompañaron Robert Kubica, que se coloca a sólo doce puntos del líder del campeonato, y Kimmi Raikkonen que, pese al tercer puesto, pierde sus últimas opciones de reeditar el título de campeón. Una pelea que, aún con el terreno ganado ayer por Kubica, sigue en manos de Hamilton y Felipe Massa. Ambos firmaron una pobre carrera -el británico acabó 12º y el brasileño 6º-, pero se mantienen al frente de la clasificación de pilotos, separados ahora por cinco puntos.

Y no hay quien se atreva a augurar cuál de los dos se llevará el gato al agua porque los errores de uno y otro asoman con demasiada asiduidad. Ayer le tocó al de McLaren, incapaz de aprovechar la pole. Raikkonen, segundo en la parrilla, salió mejor y el británico respondió con un intento de frenada imposible que acabó revolucionando la carrera en la primera curva. Las principales víctimas, Nakajima y Coulthard, fuera de carrera a las primeras de cambio, además del propio Hamilton, Raikkonen y Massa, superados por media parrilla. Los beneficiados, Kubica, Alonso y Kovalainen, que se colocaron en cabeza de carrera.

Por detrás, mientras Raikkonen recortaba distancias, Massa y Hamilton se las tenían. Resultado, un drive through para cada uno -el brasileño por embestir al de McLaren y éste por el incidente de salida-, que les debaja definitivamente fuera de la pelea por la victoria.

Por delante eran Alonso y Kubica los que le daban emoción al Gran Premio. En la pista y en los boxes. Alonso salió menos cargado del primer repostaje, lo que le permitió recortar tiempo al polaco hasta la segunda parada, de la que el de Renault ya salió como líder.

En la pelea por el tercer puesto, Raikkonen se benefició, tras su remontada, de la avería mecánica de Kovalainen para acabar en un podio con sabor agridulce, por las expectativas con las que partía el finlandés, consciente de encontrarse ante su última, aunque mínima, oportunidad de meterse en la pelea por el título de campeón.