Sare rescata de los siglos de olvido la aportación de la mujer a la ciencia
Bajo el título «Igualdad en la innovación, innovación para la igualdad», Emakunde estrenó ayer la sexta edición de las jornadas de reflexión Sare, en las que participan ponentes de toda Europa.
Oihana LLORENTE |
La sexta edición de los encuentros Sare, promovidos por Emakunde, arrancaron ayer en el Kursaal donostiarra. Entre ayer y hoy, oradoras procedentes de diversos rincones de Europa analizan el papel de la innovación en la construcción de la igualdad entre hombres y mujeres en ámbitos como la educación, la empresa, la salud y la sociedad de la información.
Tecnociencia & igualdad
Tras la apertura oficial de la jornada, en la que comparecieron la directora de Emakunde, Izaskun Moyua, y el lehendakari Juan Jose Ibarretxe, fue la gallega María Álvarez la que abrió el debate con su ponencia titulada «¿La tecnociencia al servicio de la innovación y la igualdad?».
En su oratoria tuvo muy en mente a aquellas astrólogas del siglo XVII que pasaban la noche en vela observando el cielo y soportando el frío de la intemperie, a las conocedoras de la naturaleza como medio curativo o a aquellas científicas alemanas que inventaron la aspirina y que tanto beneficio otorgaron a Bayer. En definitiva, felicitó a todas aquellas mujeres que a lo largo de la historia han aportado su grano de arena a la ciencia sin que su nombre haya pasado a la historia.
Álvarez arrancó su ponencia detallando el origen de la tecnociencia y, basándose en diversos estudios, afirmó que a día de hoy se sigue entendiendo la ciencia como «una verdad indiscutible y nacida de la nada». En contra de estas convicciones, la gallega recordó como durante siglos la ciencia ha ido evolucionando sin cesar.
La doctora en química hizo una parada en el siglo XIX, en plena revolución industrial, para adentrarse en la exclusión que sufrieron entonces las mujeres. Apuntó cómo las labores y los conocimientos que entonces recaían en manos de las mujeres, como lo referido a las conservas o los tejidos, fueron mecanizados, lo que apartó de facto a la mujer de la modernidad.
Álvarez se mofó del dogma existente que defiende que la mermelada fue inventada por un médico francés y aseguró que la abuela de Caperucita ya sabría algo al respecto.
Tras mostrar la tecnociencia como una actividad humana inmersa en un contexto social e influenciada -por lo tanto, por factores sociales, políticos e ideológicos...-, Álvarez subrayó su carácter androcéntrico. Sostuvo además que esta disciplina, más allá de describir y analizar la realidad, también puede «transformar la sociedad».
Álvarez finalizó su intervención invitando a las mujeres a organizarse y combatir el androcentrismo reinante en la ciencia.
Durante todo la jornada de ayer se sucedieron los coloquios y debates en torno a materias como la innovación educativa o las mujeres en el sector industrial. Hoy, por su parte, el temario arrancará con la innovación en la salud con ponencias sobre la medicalización del cuerpo de las mujeres o los nuevos derechos reproductivos.
Sólo han sido doce las mujeres que han obtenido el Premio Nobel en ámbitos científicos en la historia. Sin embargo, el trabajo silenciado de muchas mujeres como Rosalind Franklin fue clave para que otros hombres lo lograran.