Natxo MATXIN | IRUÑEA

No tuvo el final que se merecía alguien que, aun a riesgo de haber sido catalogado de ingenuo respecto a algunos temas como el arbitral, siempre se ha mantenido fiel a su estilo. De frente, pero sin estridencias. Ser «normal» en un mundo tan artificial como es el del fútbol no da réditos y seguro que ha sido una de las razones de la destitución de José Ángel Ziganda, aunque luego a muchos dirigentes se les llene la boca hablando de cantera y de defensa de lo nuestro.

El de Larraintzar siempre ha tenido que arrastrar la losa de ser segundo plato, pese a que su diplomacia nunca lo llegara a reconocer. Lo fue cuando resultó elegido como recambio de Javier Aguirre ante una temporada histórica jugando la previa de Champions. Pachi Izco coqueteó con Joaquín Caparrós, pero al de Utrera no le dejaron salir del Deportivo.

Y ahora ha vuelto a quedar patente con la llegada de José Antonio Camacho. Las dudas de la actual junta directiva por renovar al de Larraintzar para la presente temporada tras el agónico final en Santander no quedaron disipadas por la decisión final de Izco de ampliar su contrato por un año más y el paraguas del director deportivo, Juanjo Lorenzo.

Que se le haya destituido a ocho días de la última derrota no hace sino confirmar que el despido se ha disparado en el momento en el que ya se tenía apalabrado un recambio y que la «confianza» que el presidente rojillo quiso trasladar a comienzos de la presente campaña no era tal.

Mal pago a los méritos de un Ziganda que no sólo nunca ha levantado la voz ante las penurias económicas del club, sino que incluso las ha entendido y justificado como una parte más de su trabajo. Quien dijo una vez que Osasuna era un «equipo de pueblo y del pueblo» nunca se quejó de que hace un año le desmontaran prácticamente el plantel y tuviera que volver a encajar la mitad de las piezas del grupo.

No en vano, cuando dispuso de un bloque consolidado -en su primera temporada- dio muestras de que podía sacarle un buen rendimiento llegando al hito más importante, junto a la final de Copa, de la historia rojilla como fueron las semifinales de la UEFA, derrotando, con buen juego y calidad, a rivales deportivos en teoría superiores.

Sin dejar indiferente a nadie -tenía sus detractores y defensores a partes iguales entre la masa rojilla-, lo que no se le puede negar al Cuco es el compromiso, implicación y trabajo diario con la plantilla, por encima de los aciertos y errores cometidos en el campo, que también los ha habido. Ello se ha plasmado en su defensa a ultranza de la cantera, subiendo a chavales que ahora son internacionales.