AC/DC regresan tras ocho años de apagón
El sonido más característico de AC/DC envuelve «Black Ice»
De la misma forma que, hace unas fechas, miles de aficionados esperaban con ansiedad la publicación del nuevo álbum de Metallica, ahora son los australianos AC/DC quienes perturban la quietud musical con la salida, el próximo martes 21, de «Black Ice» y el inicio de su nueva y esperada gira mundial. Disco y directo celebran el treinta y cinco aniversario de la creación del grupo en 1973 por los escoceses Malcolm y Angus Young.
Pablo CABEZA | BILBO
Con el nacimiento del rock and roll, la aparición de las primeras estrellas y su posterior consolidación, fueron forjándose grandes nombres, macrobandas, supertríos... En esto llegaron los punks y decidieron enviar un mensaje diferente: muerte a los dinosaurios, a Rolling Stones, Emerson Lake & Palmer, Dylan, Pink Floyd, Purple y demás. Treinta años después del incendio, las cosas no han cambiado ni un minuto. Más aún, los Stones siguen, como los Who, los Purple o Black Sabbath. Y todavía más, los mismos grupos que pregonaban la caída de los dioses y el nuevo orden juvenil tienen ahora cincuenta tacos, también están en cartelera e, incluso, comparten escenario. En Azkena, Ray Davies, de los Kinks, fue el artista previo a la actuación de Sex Pistols.
Si así son los hechos, lo son porque una mayoría ama el pasado -ligado a sus sentimientos- y porque un buen número de jóvenes encuentra fascinante el sonido de los cuatro ejes de la carreta. Si se quiere, es la verbena del rock and roll, a la que cada uno le da la importancia y el valor que sus sentimientos demandan. Pero unos y otros esperan, desde hace años, a los australianos AC/DC, saurios sin la más mínima evolución interior: idénticos acordes, semejantes riffs y estribillos tan familiares como el Colacao. ZZ Top jugaron en ocasiones con las máquinas, también lo hicieron los Stones, Neil Young... Pero no AC/DC, no. Los hermanos Young aún creen que Bon Scott murió por algo y que una muerte bien valen 35 años de tributo.
Mismas constantes
AC/DC retoman la vía discográfica tras los ochos años transcurridos desde la publicación del anodino y lacio «Stiff upper lip». Largo espacio de tiempo que invita a pensar que una banda está obligada a ofrecer un excelente álbum de regreso, pues el largo periodo de recreo tiene que permitir crear, pulir y filtrar un buen puñado de canciones. No obstante, en cuestiones de inspiración las reglas o las previsiones no tienen por qué cumplirse. En ocho años se puede construir un gran muro de cemento, sobre todo si lo dirige El Pocero, pero en creación -donde a un ladrillo no le sigue otro- las cosas son más caprichosas, inestables o espirituales. La experiencia sirve, pero también puede adocenar. El éxito otorga medios, pero apoltrona. La comida rica y variada estimula, pero crea hábito y hedonismo. El hambre agudiza la imaginación. Es posible, pero en terrenos perentorios, las drogas han funcionado siempre mucho mejor; con todo, dado que a ciertas edades hay que abandonar las estimulaciones por vía rápida, a tipos como AC/DC no les queda más remedio que tirar de su experiencia y darle una vuelta más al rock and roll, y cabe jurar que la tarea no es sencilla, como demuestra el equivalente: ocho años igual a quince canciones, dos por año.
En un segundo
Con AC/DC impacta la singularidad del sonido (voz incluida) y asombra cómo puede lucir tanto un modelo tan básico. Por eso, cuando se aprieta el play y suena «Rock'n'roll train», sabes al segundo que te encuentras delante de AC/DC y que lo bueno o lo malo de los momentos siguientes no depende tanto de ellos, sino de la predisposición que se adopte. Si «Black Ice» suena libre, sin la necesidad de ser juzgado, se va a disfrutar de él, pues el quinteto recupera buena parte de la esencia de su pasado, consiguiendo que la fórmula aguante firme a pesar de su manoseo. Por el contrario, si se mira y escucha más allá de lo que es AC/DC, seguramente «Black Ice» decepcione por su exacerbado inmovilismo.
Escoceses pertinaces
Angus Young nació en Glasgow en 1955, donde vivía con sus hermanos Malcolm, dos años mayor, y George, nacido en 1947. En 1963, la familia abandonó Escocia y se instaló en Sydney, Australia. Un año después, George entró en The Easybeats, el mayor suceso australiano durante toda la década de los sesenta y con un par de éxitos internacionales, «Friday on my mind» y «Love is in the air». Angus y Malcolm aprenderían el arte musical de las clases que les daba su hermano George. De hecho, posteriormente George Young y Harry Vanda (ex Easybeat) serían los productores de varios de los discos de Young y compañía.
En el 73, AC/DC estaba en marcha. Tras la muerte de Bon Scott en 1980, entró en el grupo el inglés Brian Johnson, vocal originario de una banda llamada Geordie, que de 1973 a 1976 grabó tres estimables discos muy próximos al sonido de AC/DC. Johnson cayó en AC/DC como la lluvia en tierra seca. Cliff Williams, bajo, es también británico, grabó con anterioridad para Home y Bandit, ambas muy interesantes y con sólida discografía. Phillip Rudd, batería, es el único australiano, músico sin demasiados rasgos históricos.
Barcelona y Madrid son las ciudades estatales que en esta primera vuelta se llevan las dos actuaciones que, por el momento, se han hecho públicas de la gira europea de AC/DC. En Barcelona, el encuentro será el 31 de marzo en el Palau Sant Jordi. En Madrid, la cita se concreta para el 2 de abril en el Palacio de los Deportes. Las entradas, que costarán 61, 5 euros y 67 euros, se pondrán a la venta a partir del mismo día de la publicación del disco, el martes próximo, en Servicaixa, Halcón Viajes y Corte Inglés.
P.C.
Diferentes promotores musicales se encuentran realizando gestiones para ver si es posible contratar a AC/DC fuera de gira y ser cabezas de cartel en alguno de los numerosos festivales de verano que se celebran en la península.
Los himnos se destapan en un disco a la primera escucha. «Black Ice» no resulta tan evidente ni contiene canciones tan inmediatas como «You shook me all night long», «For those about to rock», «Back in black», «Highway to hell», «Dirty deeds done dirt cheap», «Thunderstruck» o «Back in black», pero sí alberga títulos que, tras un par de escuchas, se funden como el queso al York. La estimulación no se produce en el primer repaso, pero la impresión es lo suficientemente esperanzadora como para intuir que, con una vuelta más, muchos de los quince títulos pueden pasar al repertorio más activo y dinámico de los hermanos Young.
«Rock n roll train» nos cuenta, en su primer segundo, que lo que viene es AC/DC en fibra. Tan ligeros o tan profundos como la filosofía o el rockanroleo. El corte es un single de estribillo quedón y guitarra punzante. «Skies on fire» cuenta con una curiosa rítmica y un solo de guitarra de Young cargado de feeling y estilo. «Big jack» sólo es r'n'r obvio, interpretado por una banda que simplifica los recursos magistralmente. «Anything goes» nos recuerda a John Fogerty (C.C.R.), pero no ocurren demasiadas cosas, y prometía. «War machine» regresa al sonido AC/DC más puro; puede ser uno de los temas claves del directo, pues deja espacio tanto para el oyente como para el lucimiento rítmico y solista. Destacable. «Smash n grab» desenreda con tres acordes y una buena carga de rock-blues una de las melodías más afortunadas del disco. Lleva sello de himno y es uno de los mejores momentos del álbum. «Black Ice» continúa jugando con las guitarras en estéreo, como se prodigaba a finales de los sesenta y los setenta. De ese viaje iniciático al vaivén de la mente nace «Spoilin' for a fight», otro momento pujante que adorará Billy Gibbons, de ZZ Top. «Wheels» es un momento flojo, tontorrón. Más interesante aparece «Decibel», coloreada por el rock blues de buenos riffs, ritmo machacón y un tono cercano. Con más rock blues, ahora pantanoso, se inicia «Stormy may day», otro de los cortes cargados de sentimiento, de intensidad estilística. «She likes rock and roll» se desliza a través de un estribillo pegadizo y una incisiva intervención de Young. Otro de los títulos añadibles al repertorio del directo. «Money made» es un single o un seductor momento de ritmo medio sobre el escenario. Sorpresa, AC/DC apagan las luces y lían una balada, «Rock n roll dream», de amargo rock-blues tomado de los mejores Free o del catálogo de Robin Trower. Muy viva. «Rockin all the way» retoma los estribillos y el pataleo colegial de Young, esencia de AC/DC y dosis de rock and roll básico. Chuck Berry la celebraría. Cierra álbum «Black ice», lo menos AC/DC de las quince canciones, pero inconfundiblemente acedeciana.
P. C.
Aprovechando la tensión mediática alrededor de «Black Ice», se ha reeditado toda la discografía de la banda, volviendo a las listas internacionales muchos de sus álbumes. También se ha reeditado con extras el DVD «No bull».