El actor David Schwimmer, conocido por la serie «Friends», debuta como realizador de cine después de varias tentativas tras las cámaras de televisión. Lo hace con una comedia costumbrista hecha a la medida del humorista inglés Simon Pegg, que suele dar su sello personal a las películas en las que interviene participando en la escritura del guión, esta vez junto a Michael Ian Black. El reputado guionista norteamericano había concebido la historia en torno a la maratón popular de Nueva York, pero al convertirse Pegg en el principal protagonista se trasladó la acción a Londres. Se trata de un hombre arrepentido de haber dejado a su novia plantada el día de la boda, perdiendo la relación con el hijo que esperaba. Lo hizo por complejo de inferioridad, porque se sentía indigno de ella. Ahora, en cambio, está dispuesto a hacer lo que sea por recuperar a ambos, motivo por el que se entrena para la dura carrera de fondo, pensando que si vence al hombre que le ha sustituido en el corazón de los suyos será como una prueba de amor. La maratón sirve de metáfora para reflejar el esfuerzo de un tipo inmaduro por disciplinarse y asumir sus responsabilidades en la vida de pareja y en la paternidad. Corre por dejar atrás el pasado y por alcanzar la ansiada meta del futuro que un día había soñado.