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¿Liberada o esclavizada?

«Diario de una ninfómana»

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M. I. | DONOSTIA

El best-seller de Valérie Tasso llega a las pantallas con el respaldo total de la autora, que confía en que la película tenga tantos espectadores como lectores tuvo la novela. La adaptación ha contado con la guionista Cuca Canals, que ya tiene experiencia en cine erótico gracias a sus colaboraciones con Bigas Luna. Sin embargo, quien se encarga de la dirección es el primerizo Christian Molina, que se ha entregado a rodar escenas de sexo con la misma pasión con que debutó dentro del terror en su previa «Rojo sangre», consagrada a mayor gloria de Paul Naschy. Choca bastante que para su segundo largometraje no haya elegido a una actriz francesa, como corresponde a la procedencia del personaje real autobiográfico, además de que habría posibilitado una mayor difusión internacional.

Su intención ha sido la de realizar un trabajo fino, que es lo que se dice siempre que se quiere advertir al público de que no va a ver sexo duro o explícito, sino que los cuerpos desnudos son mostrados según composiciones esteticistas, buscando ángulos que no reduzcan las posturas en la cama a actitudes pornográficas repetidas mil y una veces. Pero esto es difícil, teniendo en cuenta que la Tasso no contaba nada nuevo en su libro, fuera del morbo inherente al hecho de que una joven burguesita llegue a prostituirse por experimentar o probar cosas nuevas. Su único atrevimiento consistió en asumir el protagonismo con nombre y apellido, porque por lo demás el relato no difiere demasiado de lo que presentan los reportaje y seriales televisivos sobre la prostitución de lujo. En la gran pantalla la que da la cara es la actriz Belén Fabra, que ha llegado al papel después de desnudarse en los escenarios con la obra «Plataforma», y a la que en el cine hemos podido ver en la película «Canciones de amor en Lolita's Club».

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