En el espacio de tiempo que dura un noticiario televisivo, cualquier sujeto colocado en un posición estática frente al electrodoméstico esencial puede sentir empatía o rechazo por «Joe, el fontanero», por una docena de futbolistas ensalzados como patrimonio patrio, un presidente de gobierno capaz de hablar en la misma tirada de vídeo de los problemas privados de un equipo de fútbol, unas cajas de ahorro y un nuevo capitalismo y hasta sentir un escalofrío al ver a un casco de motorista con patas entrando y saliendo de sedes judiciales que puede esconder la cabeza de un violador en serie, o comprobar como la literatura de consumo es un producto ideologizado.

Probablemente la figura del fontanero sea la más fácil de asumir, y aquí debo hablar de mi propia piel ya que una avería extraña hizo desaparecer el agua fría de mi ducha y salí escaldado. Sin olvidarnos de que el cine erótico siempre ha exaltado la capacidad operativa del gremio de los fontaneros y que en política, los fontaneros, son aquellos que hacen el trabajo no brillante de los que se convierten en pesadillas mediáticas. Por lo tanto, al ya famoso Joe, le deseamos la mejor de la suerte y, por favor, le van a dar muchas ayudas, pero si vienes a mi casa, necesito la factura con iva, ya lo siento, pero tengo manía persecutoria.

No obstante mi sueño se ha visto alterado por un negocio papelero. El ganador del premio Planeta ha sido Fernando Savater, y de repente con la foto final, me ha sido revelada un verdad incontrovertible: además de fontaneros hay jardineros, mamporreros y filósofos baratos en oferta. Y es que en esa foto hemos visto a la auténtica derecha española, la que recibe el apoyo de los medios de comunicación más casposamente reaccionarios, y es que se trata, ahora lo podemos comprobar de un premio eminentemente político. Vean: el año pasado ganó Álvaro Pombo que se presentaba como cabeza de lista al senado acompañando a Rosa Díez de España, y este año le ha tocado el inspirador, valedor y fundador de esa sociedad anónima con ínfulas políticas. Allí estaba Lara, de la editorial Planeta, de Antena 3 y de La Razón. Un premio ultra. ¿Financiación indirecta?