Cumbre en Bruselas
La UE reconoce que la crisis financiera afecta ya a la economía real
Los líderes de la UE admitieron ayer que la crisis financiera está empezando a pasar factura al conjunto de la economía y, aunque estuvieron de acuerdo en que es necesario actuar para mitigar ese efecto, no concretaron ninguna respuesta. Acordaron respaldar un plan común contra la crisis crediticia e impulsar un debate mundial sobre la reforma del sistema financiero. Los cambios deberían concretarse en una cumbre de líderes mundiales a celebrar en próximos meses.
GARA | BRUSELAS
En el Consejo Europeo que terminó ayer en Bruselas, los Veintisiete mostraron una unidad casi sin fisuras en torno al plan diseñado por los estados del euro, junto a Gran Bretaña, que supondrá una movilización de recursos públicos de casi dos billones de euros, más del triple que en Estados Unidos, con el fin de evitar quiebras de entidades financieras y restablecer los flujos interbancarios.
Trataron de ir más allá de las medidas de emergencia y, para evitar la repetición de episodios como el actual, decidieron tomar la iniciativa y promover una reforma del sistema financiero mundial, centrada en aumentar la transparencia, reforzar la supervisión y modernizar las instituciones de gobernabilidad global. Pero admitieron que esos cambios, que deberían concretarse en una cumbre de líderes mundiales a celebrar en los próximos meses, no van a servir para frenar la ralentización del crecimiento.
Varios líderes hicieron constar en el encuentro su preocupación por el deterioro económico, que ha hundido a algunos Estados miembros en la recesión, y por los efectos de la crisis en el sector industrial.
La canciller alemana, Angela Merkel, lo dejó claro en su intervención a puerta cerrada ante el resto de líderes: «La economía real se dirige al estancamiento, así que hace falta tomar medidas», según indicaron fuentes comunitarias.
Su ministro de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, apuntó en rueda de prensa la posibilidad de diseñar un programa a escala europea para ayudar a la industria y las empresas a superar la crisis, pero aseguró que la iniciativa «aún no está madura». No obstante, tanto Steinmeier como el presidente de turno de la UE, Nicolas Sarkozy, subrayaron que las medidas para devolver la normalidad al sector financiero benefician de manera directa al resto de la economía, y más en concreto a la industria, las empresas y los ciudadanos de a pie.
«Monopoly»
La Unión Europea (UE), según Sarkozy, está dando ejemplo al mundo y quiere aprovechar «el círculo virtuoso» de coordinación y acción en el que ha entrado desde el pasado domingo para asentar el mundo de las finanzas sobre nuevas bases.
«Refundar el capitalismo», afirmó Sarkozy, una descripción que el presidente de la Comisión Europea (CE), José Manuel Durão Barroso, dijo no compartir del todo por sus connotaciones ideológicas.
«No estamos jugando al Monopoly», respondió Sarkozy a quien le preguntaba cuánto del dinero público movilizado por los distintos estados irá a parar a la maltrecha «economía real».
«Desconfío de la expresión `economía real'», replicó el presidente francés. Aseguró que cuando el Estado salva a un gigante bancario de la quiebra, está salvando los ahorros de millones de personas y los créditos y la supervivencia de infinidad de empresas medianas y pequeñas. «Pero ahora lo primero, es salir de la crisis financiera, porque aún no está ganado», subrayó el presidente de turno de la Unión Europea.
No obstante, en su opinión, el mal comportamiento de las bolsas en la jornada de ayer no obedece a que hayan fracasado las medidas acordadas por el Eurogrupo y asumidas por toda la Unión, sino que se explica porque los inversores están anticipando una inminente recesión.
«No podemos esperar que las bolsas reaccionaran inmediatamente a nuestras decisiones», declaró Steinmeier para explicar una nueva jornada de pérdidas ante el temor a que la anunciada recesión derive en depresión.
Más allá del sector financiero, los Veintisiete se comprometieron a «tomar las medidas necesarias en apoyo del crecimiento y el empleo». Las conclusiones de la cumbre, donde se suprimió finalmente una referencia a la «ralentización» de la economía, invitan en especial a la Comisión de Bruselas a presentar antes de que acabe el año propuestas para «preservar la competitividad de la industria europea». Sarkozy está pensando, por ejemplo, en algo que Estados Unidos ya ha anunciado: facilitar préstamos a las empresas automovilísticas, que atraviesan enormes dificultades financieras, con la excusa de ayudarlas en su reconversión ecológica.
La continuación de las reformas estructurales resulta «más importante que nunca» para volver al crecimiento y mejorar el empleo en Europa, se afirma en el proyecto de conclusiones.
Los Veintisiete consideraron que el apoyo a la actividad económica «pasa por un nivel de financiación suficiente» y, a este respecto, saludaron la decisión del Banco Europeo de Inversiones (BEI) de movilizar 30.000 millones de euros para las pequeñas y medianas empresas.
Presupuesto y déficit
El comunicado final de la cumbre celebrada en Bruselas también reitera el compromiso de respetar en estos tiempos de crisis la disciplina presupuestaria. «Las políticas nacionales deben continuar inscribiéndose en el marco del Pacto de estabilidad y crecimiento revisado», que obliga a mantener los presupuestos en equilibrio o con ligeros déficit, no superiores en ningún caso al 3% del PIB.
El texto precisa, no obstante, que la aplicación del Pacto «deberá reflejar igualmente las circunstancias excepcionales que atravesamos, como lo prevén sus reglas».
El barril de petróleo Brent, de referencia en Europa, marcó ayer el mínimo en los últimos 19 meses tras caer a primera hora de la mañana hasta el entorno de los 67 dólares como consecuencia de los temores a una ralentización de la economía mundial.
El precio del litro de gasolina sin plomo se vende a una media de 1,111 euros, nivel casi idéntico al que tenía en enero (1,112 euros), según datos del Boletín Petrolero de la UE. El gasóleo de automoción cuesta de media 1,126 euros, el mismo precio de abril.
El Banco de España confirmó ayer que el Euribor, indicador más utilizado para el cálculo de hipotecas en el Estado español, cerró setiembre en el 5,384%, lo que supone un incremento de 60 euros mensuales para las hipotecas contratadas hace un año.
La patronal alavesa SEA acusó ayer a Lakua de «falta de liderazgo político e institucional» al afirmar que las medidas adoptadas son «absolutamente insuficientes» para hacer frente a la crisis y adelantó de cierres de empresas, procesos concursales y expedientes «masivos».
El secretario general de SEA, Juan Ugarte, y el director adjunto, Aitor Otalola, presentaron en rueda de prensa el informe de coyuntura y de absentismo. Ugarte precisó que entre junio y setiembre se han aprobado 15 ERE en Araba que afectan a 300 trabajadores. «En este mes de octubre han entrado bastantes más y me consta que en la mente de los responsables de personal y de los directivos de empresa está el ERE como herramienta de ajuste y flexibilidad», dijo. Consideró que, ante esta situación hay dos opciones: «O quedarnos en el discurso de que estamos mejor que los demás, o asumir la responsabilidad». Ugarte pidió a las empresas que «no se relajen» y que «continúen trabajando con más énfasis que nunca en mejorar su competitividad». Asimismo, instó a los trabajadores y a sus representantes a que «aterricen y sean conscientes del esfuerzo que el empresariado alavés está realizando por mantener el empleo». Realizó un llamamiento «muy serio» a las administraciones vascas y les pidió que «sitúen las cuestiones económicas en primer lugar» de la agenda. «Las medidas comprometidas por parte de la Administración estatal suponen el 15% del PIB, mientras que las tomadas por la administración vasca no creo que lleguen al 2,5% del PIB», criticó. A su juicio, las medidas deberían estar dirigidas a mejorar la competitividad de las empresas. «Desde el Gobierno deben intentar que la financiación llegue a las empresas para que se puedan acometer los proyectos e incentivar el consumo privado», subrayó.
GARA
El primer ministro islandés, Geir Haarde, declaró que decidirán «de aquí a una semana» si solicita o no una ayuda del Fondo Monetario Internacional (el FMI). Sería la primera que un estado occidental lo solicita desde 1976.