«¿Qué nos da derecho a juzgar a Barbie, cuando nosotros, en conjunto, como sociedad o como nación, somos culpables de crímenes similares?». Estas mismas palabras utilizaba Jaques Vergès durante el alegato de defensa del nazi Klaus Barbie, en el juicio celebrado en 1987. Vergès, un hombre fascinado por el lado más oscuro del alma humana. Alguien que ha merecido que la mirada de Barbet Schoreeder se fije en él y lo retrate en un documental fascinante. «Vergès es de una complejidad extrema, muy rico dramáticamente, poseedor de un lado oscuro y otro absolutamente encantador, es eso lo que le hace ser un personaje de novela o de cine», decía el cineasta en la presentación de la película en París.

La cinta nos lo advierte en su comienzo: «'El abogado del terror' presenta el punto de vista del director». Un punto de vista estimulante, porque cuando detrás de un proyecto cinematográfico hay un trabajo serio, inteligente y meditado, se nota. Cuando uno ve «El abogado del terror» no le cabe la menor duda de que ha visto una gran película. El documental, de más de dos horas de duración, viaja a través de la rocambolesca historia del polémico abogado «francés» Jacques Vergès, al mismo tiempo que nos regala una lección magistral de historia. Su periplo como letrado comienza junto a Djamila Bouhrier (La Pasionaria) una militante argelina y emblema de la lucha por la libertad para sus paisanos. Tras conseguir que le conmutaran la pena de muerte a la que había sido condenada, se convirtió en su pareja y tuvo dos hijos con ella. Después, Vergès desapareció misteriosamente. Se desconoce lo que hizo realmente durante ocho años, hasta que reapareció para convertirse en el defensor de un nutrido grupo de variopintos personajes que van desde Magdalena Kopp hasta el nazi Klaus Barbie. Provocativo, audaz y tremendamente inteligente «el abogado del terror», como lo llama Schroeder, resulta ser un individuo fascinante, digno personaje de una novela policiaca, del que es difícil saber cuales son sus auténticas motivaciones «morales». Aquí, como en otros de sus trabajos el fundador de Les Films du Losange y referente indiscutible de la Nouvelle Vague retoma el sendero del documental para volver a fijar su mirada en un personaje fuera de lo común, una especie de «monstruo» tal y como lo hizo con «El general Idi Amin Dada». El resultado es simplemente espectacular. I. F.