Un videojuego cinéfilo
«Max Payne»
M. I. | DONOSTIA
Las recientes manifestaciones del cineasta irlandés John Moore han animado el estreno norteamericano de «Max Payne», tras montar en cólera porque habían calificado su película como no apta para menores. No se ha cortado un pelo y ha hablado de corrupción, de cómo la Warner obtuvo bajo manga para «El caballero oscuro» la declaración como apta. De nada han servido los cortes efectuados para rebajar los contenidos violentos, hasta parecer una versión «light» del videojuego en que se inspira. Justifica la adaptación en que a su vez el personaje virtual surgió de influencias cinéfilas, y de ahí su estética apegada al género negro. Pese a las derivaciones fantásticas del relato hacia los derroteros del cómic, no deja de ser un relato policiaco protagonizado por un agente caído en desgracia, que busca venganza a la vez que escapa de cuantos le persiguen. La acción transcurre en un Nueva York fantasmagórico, que no se corresponde con la época actual de sus localizaciones, las cuales toman el aspecto de los bajos fondos de posguerra. Un escenario para que el espectador adopte la posición del jugador ante la consola, mediante el uso de cámaras subjetivas.