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Raimundo Fitero

Sin publicidad

La televisión pública francesa se va a despublicitar a partir del próximo enero. En dos años, las cadenas francesas de titularidad pública van a emitirse sin ningún tipo de publicidad comercial y si acaso se colocarán comunicaciones del gobierno, anuncios de interés general. Es una opción que, aunque la lidere Sarkozy, debemos tener en consideración, porque podría ser una de las maneras de afrontar el futuro con un terreno de juego menos ambiguo. Las cadenas que pagamos todos, que sus cuadros directivos emanan de las mayorías parlamentarias, que se mantienen apelando a un supuesto interés público general, deberían apartarse de la comercialidad que fuerza a programaciones en búsqueda de audiencias y no en busca de la excelencia.

Es un debate antiguo, sí, pero como la crisis no es un oso que araña, sino una jauría de brokers asilvestrados, bueno está tomar medidas para que se puedan sostener los proyectos empresariales que sustentan las cadenas privadas y mejor todavía colocar a las televisiones institucionales en un rango objetivo de mayor dedicación al interés común y no a la comercialidad. Se dirá que una televisión sin anuncios, es decir, sin necesidad de recurrir a productos que convoquen grandes audiencias que son los que desean los anunciantes se puede convertir en algo residual ya que la inmensa mayoría de televidentes quiere productos de usar y regurgitar. Pero es una postura demagógica ya que si se dejase probar la otra opción, con los medios y el tiempo suficiente para su consolidación, podríamos saber si realmente existe otra relación con el electrodoméstico esencial más allá del consumo.

En Francia han decidido que para financiarla se va a cobrar una tasa extra a la publicidad que emitan las cadenas privadas y un incremento de las mismas en mensajes y telefonía móvil. No es mala idea. Tampoco estaría mal el pagar por aparato una cuota anual. O muchas otras posibilidades. Pero sacadas estas cadenas del mercado, habría que redimensionarlas, y hacer proyectos realmente de servicio público, y eso, no tiene que ser aburrido, ni marginal, simplemente es cambiar de manual, y pensar en públicos nuevos.

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