«W», George W. Bush según oliver stone, ¿misión cumplida?
La crítica ha sido dura con Oliver Stone por su última película «W», dedicada al aún presidente de los EE.UU. Pero la asistencia a los cines evidencia el interés por verla, pese a las prisas con que Stone la ha querido hacer llegar a las pantallas, tres semanas antes de los comicios.
Jordi CARRERAS
Atenor de la recaudación que está obteniendo desde su estreno, el público estadounidense está tratando bastante mejor que la crítica a «W», la película que Oliver Stone ha dedicado a la figura de George W. Bush. Casi trece millones de dólares en seis días han situado al tercer trabajo del cineasta neoyorquino sobre un presidente de los Estados Unidos (las anteriores fueron «JFK: caso abierto», 1991, y «Richard Nixon», 1995) como el segundo título más visto en el país desde el pasado fin de semana. No está nada mal y seguramente Stone debe sentirse satisfecho, teniendo en cuenta que no se trata de una película para todos los públicos, sino solamente para la parte del segmento adulto que está interesado en un cine de perfil político. Y que además no se sienta republicano, o por lo menos muy republicano, porque éstos, aunque probablemente muchos acaben viendo la película, difícilmente lo harán en el cine, sino más bien en la intimidad de su casa.
El primer día de exhibición en Cobble Hill Cinemas, un cine de barrio neoyorquino de Brooklyn, de 7 a 9 de la tarde, tal vez el horario de más audiencia en un viernes, las 120 butacas de la sala estaban a tope. A la salida, los calificativos eran diversos, pero el más común era que tenían la impresión de que habían visto un film interesante. Joelle opinó así sobre la película que había visto: «Está bien, no es fantástica. Una idea extraña». A otros, como Horazio, la cinta les supo a más: »Pienso que es una gran película, describe este hombre siendo presidente y antes de serlo. Lo que ocurre ahora es el resultado de ocho años de Bush». Vanessa Geiger también se llevó una buena impresión: «Creo que es una buena película. Ahora veo mejor a Bush que antes, que no me gustaba. Ha hecho malas políticas pero no es un mal tipo». Otro espectador, Edward, no se llevó tan buena impresión: «Es aburrida, creía que sería una comedia pero no lo es». Su amiga Amanda dijo que «no es una gran película», entre otras cosas, «porque Bush no es un personaje lo suficientemente interesante como para hacer de él una película».
La cinta se remonta al Bush estudiante, muy aficionado al alcohol durante años, y alterna, en un flashback recurrente, con su época, aún no terminada, en la Casa Blanca. Repasa sus diversos fracasos antes de dedicarse a la política y expone que su conversión al catolicismo se produjo después de una mañana de insoportable resaca. La película es crítica, aunque tal vez menos de lo que cabía esperar viniendo del siempre controvertido Oliver Stone, un realizador que nunca ha ocultado sus querencias ideológicas. «W» presenta a George W. Bush como un hijo poco apreciado y, a la vez, como un títere de su dominante padre, lo que en cierta manera proyecta una imagen incluso con un punto entrañable del actual inquilino de la Casa Blanca. Este parecer es el de Cree Kwikger, que piensa que «Bush ha querido satisfacer a su padre y no ha hecho lo que quería». A quien la película describe claramente como un personaje maquiavélico es al vicepresidente Dick Cheney, interpretado espléndidamente por Richard Dreyfuss, al cual el Bush de ficción (Josh Brolin) tiene que recordar en una reunión en el salón oval que «el presidente es él».
Aún así, los espectadores de los cines Cobble Hill se llevarán un pésimo recuerdo de Bush. «Es una gran vergüenza para mi país... Bien, no olvido que fue escogido por una mayoría de estadounidenses, pero es que este país está lleno de locos; yo mismo no me veo viviendo en otra parte que no sea Nueva York», expone contundente Edward. Turu afirma que «trataré de olvidarlo pronto; que se vaya cuánto antes, es la mejor solución». Horazio se expresa de manera similar: «Creo que ha sido el peor, ha fallado, pero es entrañable». Vanessa Geiger se muestra condescendiente: «¿El peor presidente? No lo creo, ha cometido un montón de errores, pero no es mala persona». Sin embargo, Joelle discrepa, «para mí, el peor presidente de la historia. Un desastre».
Está claro que Hollywood también juega sus bazas en la carrera electoral, como lo demuestra este estreno, que ha llegado a la cartelera en un momento crítico para la campaña republicana. El filme irá llegando poco a poco al resto del mundo. En Londres ya se puede ver, el miércoles próximo está fijado su estreno para el Estado francés y en el español, todavía no tiene fecha.