Nuevo descalabro casero
Más de lo mismo, o sea nada de nada
Otra vez el mismo cóctel envenenado: fallo arbitral, falta de consistencia, dominio visitante y nervios a mansalva. Con este peligroso brebaje no cabía esperar nada bueno y las nefastas expectativas se fueron cumpliendo a medida que transcurrieron los minutos.
OSASUNA 0
BETIS 2
Natxo MATXIN | IRUÑEA
Le queda un trabajo ingente a Camacho para darle vuelta a la situación. De momento, bajo su dirección el equipo no ha demostrado tener muchas más ideas que con Ziganda, ni ha protagonizado la reacción esperada con el cambio de técnico. Sin fuerza para imponer su ritmo en su propio estadio, mediatizado por otra decisión equivocada del trencilla de turno, y débil de autoestima en cuanto encajó el primer revés, Osasuna se vino abajo, dejando una imagen paupérrima.
Llueve sobre mojado y darle un viraje en redondo a la nave no va a ser tarea fácil. El equipo ha entrado en un túnel al que de momento no se le ve la salida y va a hacer falta algo más que testiculina para reflotar esta errante embarcación, que se dirige al naufragio.
Así, el topicazo del miedo escénico de El Sadar volvió a quedar en agua de borrajas, Osasuna ni siquiera tuvo ese comien- zo, aunque breve, de acoso y derribo sobre el rival. El Betis, muy bien posicionado, con el «imán» Memeth Aurelio recogiendo todos los balones rechazados, llevó la batuta en los inicios.
A diferencia de lo predicho por Camacho en el sentido de que los rojillos se encargarían de echarse sobre sus espaldas la iniciativa y los andaluces esperar a la pérdida del esférico y la salida a la contra, el encuentro fue transcurriendo por unos parámetros totalmente opuestos. Los de Chaparro se hacían fuertes con su superioridad en la medular y buscaban su salida ofensiva especialmente por la banda derecha ocupada por Damiá. Mientras tanto, los locales a verlas venir y esperar alguna salida en velocidad y calidad de Ezquerro.
Tras un primer cuarto de hora en el que ese dominio foráneo no se tradujo en ocasiones, llegaron los lances más destacados. Y curiosamente por el lado navarro. Para no dejar de ser fieles a la tradición, un nuevo error arbitral se acumuló en el balance negativo rojillo.
El debutante Mateu Lahoz, o mejor dicho, uno de sus ayudantes, marcó un fuera de juego (m.16) inexistente a Ezquerro, quien ya había culminado el buen pase de Puñal alojando el cuero en las redes de Casto. El fallo del trencilla espoleó al público -no dejó de animar en todo momento- y al riojano, que volvió a intentarlo con un chut desde fuera del área que el cancerbero bético despejó a dos manos.
Por la derecha, la vía andaluza
Pero las llegadas de los de Chaparro comenzaron a traducirse en oportunidades pasados esos veinte primeros minutos. Otra vez la derecha fue la vía andaluza, con un buen pase de Emaná a un Damiá que buscó muy bien la espalda de Oier y disparó demasiado cruzado. Capi lo intentó, cinco minutos después, con una jugada más centrada, pero de similar ejecución. El esférico volvió a salir desviado, aunque tocado por Ricardo, que no lo vio un nefasto Mateu Lahoz.
Y la dinámica no sólo no varió, sino que se hizo más crítica con el 0-1. Como ya ocurriera en el amistoso de pretemporada ante el Huesca, la barrera osasunista se volvió a abrir y el balón entró por donde no debería. Fue un regalo para el completo choque de Mehmet Aurelio, al que no le hizo falta ni siquiera una pizca de destreza para anotar.
El gol precipitó todavía más la trayectoria de ambas escuadras. El Betis serenó más todavía su juego, siguió mandón, mientras los de Camacho, presos de los nervios y la precipitación, no daban pie con bola. Sergio García pudo aprovecharse de la anarquía rojilla (m.58) con un disparo intencionado que se marchó fuera.
Ni siquiera los cambios -doble pasado el cuarto de hora- sirvieron de bálsamo para los males locales. Sólo un par de arreones, más fruto de un destello de Ezquerro que Sola no supo leer y la única incorporación de Nekounam al ataque con un disparo centrado al borde del área, que Casto detuvo sin problemas.
Impotencia rojilla
Por si ya no era bastante suplicio para la grada ver la impotencia y las escasas ideas de los suyos, la escuadra navarra volvió a tropezar en la misma piedra. Otro error de la barrera, multiplicado por el fallo de Ricardo -el segundo consecutivo tras el protagonizado en El Molinón-, propició el 0-2, peleado sin descanso por un batallador Pavone, pesadilla de la zaga local durante los 90 minutos. Para no ser menos con la debacle, Dady había fallado instantes antes el empate, en un testarazo que se marchó fuera.
Impotentes ante el naufragio colectivo del conjunto navarro, el éxodo de la afición antes de acabar el encuentro fue patente, amén de los gritos pidiendo la marcha de Izco. Fue la evidencia de que equipo falló el día que más necesitaba transmitir sensaciones positivas a su público y, sobre todo, conseguir el primer triunfo. De verdad que la cosa está ciertamente muy, pero que muy cruda.
No está el horno para muchos bollos. De momento, en él se cuecen dos derrotas de otros tantos partidos disputados desde que llegara como nuevo entrenador y la apuesta de Patxi Izco para reflotar el equipo. Pese a la falta de resultados, José Antonio Camacho no flaquea en su idea de que «ya vendrá una racha a favor».
Por si acaso, volvió a advertir la reincidencia en uno de los aspectos que le han costado caro en estos dos últimos encuentros. «Nos han metido los dos goles igual, otra vez en jugadas de estrategia», criticó. Todo ello unido a la sensación de falta de solidez que le transmitieron los suyos ayer, al asegurar que «nos falta agresividad a la hora de disputar el balón, máxime cuando estamos jugando en casa. En nuestro estadio tenemos que acabar la primera parte tirando siete corners».
Como no es un entrenador que se muerda la lengua, el murciano indicó que «siendo muy benévolo, el árbitro ha sido rigurosísimo», en referencia a lances que fueron cruciales, en especial el gol anulado de manera errónea a Ezquerro. «No lo ha dado, pero la jugada ni siquiera era dudosa», censuró.
Entrando ya en materia propiamente futbolística, el míster rojillo sólo vio superior a su rival «a partir del 0-2. En la primera parte hicimos méritos para retirarnos con un mejor resultado. Ellos sólo han llegado en cuatro faltas al borde del área, mientras que a nosotros no nos han pitado ninguna», volvió a quejarse.
Respecto a lo tocados que quedaron sus pupilos tras una nueva derrota, Camacho especificó que eso era algo lógico. «Los jugadores tienen que sentirlo, pero hay que levantar la cabeza y afrontar las cosas también cuando van mal. Veo al equipo convencido de seguir trabajando».