Maite SOROA | msoroa@gara.net
El riesgo y el euskara
La cuestión lingüística se ha convertido en una verdadera obsesión para algunos, empeñados en disfrazar con ropajes de víctima a la lengua del Imperio y de agresora violenta a la nuestra, la minorizada. Les pasa, por ejemplo, a los de «El Mundo».
Ayer, el rotativo de Pedro J. se hacía eco de una conferencia pronunciada en Bilbo por el lingüista Charles Yang y aprovechaba que el Pisuerga pasa por Valladolid para arrimar el ascua a su sardina. Según Ganeko, «a los nacionalistas que tanto les gusta internacionalizar sus cuitas les hacen mella, sobre todo, los discursos que llegan de fuera, de realidades menos inmediatas que la española». Ya verán como moldea a su antojo lo dicho en la mentada conferencia. Recuerda el columnista que en esa conferencia «y sin contradecir la política lingüística de sus anfitriones, Ikerbasque, Yang afirmó con contundencia que el euskara no corre ningún peligro de desaparición. La lengua vasca es objeto de un apoyo institucional multimillonario, con el que no cabe discrepar si no es para recibir la etiqueta de enemigo del euskara». En realidad -si nos atenemos a la crónica publicada también en «El Mundo»- Yang no dijo eso, sino que hay otras lenguas en mayor peligro que el euskara.
Constata Ganeko que «Yang rehuyó la polémica sobre modelos y mostró su visión científica del asunto, según la cual uno aprende su idioma nativo enterrando el resto. Si la naturaleza propone y la educación dispone, como propugna Yang, no hay por qué temer. La ayuda pública garantiza en el País Vasco el mantenimiento de las redes sociales necesarias para que el euskara perdure e incluso se expanda sin dificultades». Lo que en realidad dijo Yang -siempre según la crónica de «El Mundo»- es que «el euskara sí tiene motivos para preocuparse».
Y para concluir chamuscando su pececillo con las brasas, el columnista de Pedro J. lamentaba que el lingüista de Pensilvania «no entre a dirimir la colisión del aprendizaje impuesto con conceptos tan inherentes a la esencia humana como el de la libertad y la elección». Aquí, impuesto, es el castellano o español que, recuérdelo Ganeko, es de obligado conocimiento para quienes ostentamos el dudoso honor de constar como súbditas (y súbditos, claro) de la Corona española.