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Crónica | Mesa redonda en Donostia

Conocer y aprender del pasado para caminar hacia el futuro

El Koldo Mitxelena de Donostia acogió ayer por la tarde la primera mesa redonda organizada por Orreaga Politikarako Iritzi Taldea, a la que seguirán otras más a lo largo de la geografía del país. Bajo el título «la reconstrucción de la razón política, un arma para la libertad», la conferencia fue seguida por decenas de personas que abarrotaron la sala.

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Gari MUJIKA

El ciclo de debates organizado por Orreaga parte del supuesto de que «la actual situación política del país es un deambular errático sin norte estratégico» y de que, para la supervivencia del pueblo vasco, «tenemos que recuperar la razón política, seriamente dañada por ocho siglos de ocupación». Bajo esta premisa arrancaron sus intervenciones los tres ponentes: Koldo Martínez Garate, fundador de Nabarralde; Joseba Ariznabarreta, profesor universitario de Filosofía; y José Luis Orella Unzue, catedrático de Historia Medieval y de Derecho. Tras la pertinente presentación, realizada por el moderador de la conferencia, Kepa Anabitarte, Orella Unzue arrancó con su intervención el debate que se prolongó por más de hora y media.

El catedrático fijó, de entrada, una categórica afirmación: «La Historia camina siempre por ciclos y ahora nos encontramos en el final de uno de ellos». Se refería así a la tan sentida crisis económica que, para Orella, se trata también de una crisis política y cultural en lo que a Euskal Herria concierne. Pero insistió en la necesidad de «crear conciencias históricas» para aprender de la Historia y no repetir los errores recorridos.

«Se ha acabado el tiempo...»

Al respecto, subrayó que esa conciencia histórica es la que está perdiendo el país y la que hay que recuperar. De forma tajante, afirmó que «se ha terminado el tiempo de un capitalismo desbocado, sin control; se ha acabado el tiempo en el que el pueblo no puede utilizar la violencia; se han terminado las medias tintas con las que se ha aletargado la soberanía nacional; y también se ha terminado el tiempo del Cesarismo de Madrid y el de ETA».

Ese empleo de «la violencia del pueblo» y la crítica a ETA por arrogarse, a su juicio, la legitimidad del pueblo al que se refirió Orella Unzue fue, quizás, lo que más desconcertó a los oyentes, de acuerdo a las tres intervenciones del público que pidieron más explicaciones al respecto. En concreto, ante la pregunta de a qué se refería con «la violencia del pueblo», el catedrático señaló que a su parecer «el pueblo tiene una serie de instrumentos para ejercer la violencia estructural». Y acompañó su afirmación comparándola con Gandhi y la revuelta india que lideró. Como ejemplo sostuvo que «un buen arma sería que nos pusiésemos de acuerdo en no votar», para no legitimar así a los dos estados que ocupan el país. O llevar a cabo iniciativas a través de Internet o la Diáspora Vasca.

Citó, entre estas, la iniciativa llevada a cabo durante el fin de semana por el tripartito y Aralar. «Eso está muy bien decirlo, pero es que allí no fueron policías a machacarlos como ocurrió en Hernani por querer manifestarse», le reprochó una persona del público. «Ambas cosas coinciden en que tienen conciencia histórica; hay que llegar a una extensión de esa conciencia hasta tomarla como pueblo», respondió, de forma escueta, el catedrático, entre algún que otro murmullo del público.

El poder ideológico

Joseba Ariznabarreta, por su parte, se centró más en el poder «que nuestros enemigos emplean para impedir nuestras aspiraciones». Un poder que, a su juicio, es permanente, sistemática y organizado, y en el que el ideológico es de «una importancia terrible para la destrucción de la razón de nuestro pueblo».

Tan terrible es que, para el profesor universitario, ha conseguido que «nosotros mismos seamos nuestros enemigos» para alcanzar la meta última de la libertad de Euskal Herria. «El enemigo intenta corrompernos y engañarnos en cómo podemos alcanzar esa meta; en los recursos a emplear», agregó. Al respecto, subrayó que «nos han hecho creer que vivimos en un sistema democrático porque hay elecciones. Eso es falso. Un coche para andar necesita gasolina, pero que tenga gasolina no asegura que el coche ande».

El tercer ponente, por su parte, indagó en los modos existentes de ver el país: el foral, basado, según Martínez Garate, en la vía del pacto; el bizkaitarra que abanderó Sabino Arana Goiri; y el que, a su parecer, debe prevalecer: el paradigma navarro, el que recuerda que Euskal Herria ya fue un Estado en Europa y que muestra, a su vez, cuál debe ser el objetivo de los vascos para que Euskal Herria exista y perviva en Europa.

 

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